La designación de Santiago Palomo, exsecretario de Comunicación Social, como embajador de nuestro país ante la Santa Sede ha generado cuestionamientos legítimos dentro de los círculos diplomáticos y políticos. En un país con una Cancillería conformada por profesionales de carrera, expertos en relaciones internacionales formados durante décadas, la elección de un funcionario proveniente del área de comunicación para ocupar uno de los destinos más estratégicos del mundo ha sido vista con cierto escepticismo.
Sin embargo, es importante reconocer que el Vaticano no es un destino menor en el ámbito diplomático. Su influencia política y diplomática trasciende lo meramente religioso, convirtiéndolo en un actor clave en el escenario internacional. Palomo, quien asumió la Secretaría de Comunicación Social en julio de 2024 en sustitución de Haroldo Sánchez, enfrentó durante su gestión retos como la desinformación y el hostigamiento digital, según sus propias declaraciones.
La designación de Palomo como embajador en el Vaticano se produce en un momento en el que la política exterior de nuestro país ha sido objeto de crecientes cuestionamientos. Algunos analistas han señalado que esta decisión podría responder más a consideraciones políticas que a criterios estrictamente diplomáticos.
"Es una designación que genera dudas, ya que el Vaticano es un destino estratégico y requiere de una experiencia y conocimientos específicos en materia de relaciones internacionales", afirma María Gómez, experta en política exterior. "Palomo proviene de un área más bien relacionada con la comunicación, lo que podría plantear desafíos a la hora de abordar los complejos asuntos que se manejan en la Santa Sede".
Por su parte, el Gobierno ha defendido la elección de Palomo, argumentando que su trayectoria y habilidades lo convierten en un candidato idóneo para el cargo. "Santiago Palomo cuenta con una amplia experiencia en el manejo de crisis y en la interacción con actores internacionales. Estamos seguros de que su perfil se ajusta a las necesidades de esta embajada", señaló un funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores.
No obstante, algunos expertos consideran que esta designación podría generar tensiones y desconfianza dentro del cuerpo diplomático, al percibirse como una politización del servicio exterior. "Hay una preocupación de que se esté priorizando la lealtad política sobre la experiencia y la profesionalidad", afirma el analista Juan Pérez.
A medida que Palomo asume sus funciones en el Vaticano, será fundamental observar cómo se desempeña en este cargo y si logra establecer una relación fluida y efectiva con la Santa Sede. Sin duda, esta designación será seguida de cerca por la opinión pública y los expertos en política exterior, quienes esperan que el nuevo embajador esté a la altura de los desafíos que conlleva representar a nuestro país ante uno de los actores más influyentes del escenario internacional.
