Cada diciembre, la ciudad de Guayaquil se convierte en un verdadero museo al aire libre gracias a la tradición de los monigotes, unas impresionantes figuras de papel, madera y pintura que se levantan en calles y barrios como símbolos de creatividad y sátira.
Esta costumbre, que mezcla humor, crítica social y homenaje a personajes populares, se ha transformado con el paso del tiempo, pasando de pequeños monigotes a verdaderas estructuras gigantes que parecen parques temáticos. La tradición se ha convertido en un atractivo turístico y cultural que cada año reúne a miles de personas, tanto locales como visitantes, que recorren las calles para admirar el ingenio de los artesanos.
En el suburbio de Guayaquil, específicamente en las calles 16 y 18, los monigotes gigantes se han convertido en verdaderas atracciones. Allí, familias enteras trabajan durante meses para levantar estructuras que superan los dos metros de altura y que incluyen luces, humo y mecanismos electrónicos.
Uno de los referentes en la creación de estos gigantes es José Luis Morales, quien este año apostó por recrear personajes y atracciones del parque temático de Naruto Shippuden en Japón. Otros artistas como Carlos Gómez y Rodolfo Robalén también han destacado con sus impresionantes monigotes inspirados en series y animes populares como Welcome to Derry y Demon Slayer.
Mientras los gigantes atraen multitudes en el suburbio, en el centro de Guayaquil la calle 6 de Marzo mantiene viva la tradición de los monigotes normales, donde decenas de vendedores ofrecen figuras hechas a mano que van desde pequeñas creaciones hasta estructuras de dos metros.
Los monigotes, ya sean gigantes o normales, son mucho más que simples figuras de papel: son un espacio de encuentro y un acto de creatividad colectiva que demuestra que el arte popular puede ser tan poderoso como cualquier espectáculo oficial. Con Naruto, Penny Wise, Demon Slayer, capibaras y demás personajes decorando las calles, Guayaquil se despide del año con fuego, color y memoria, celebrando la capacidad de reírnos de nosotros mismos y de compartir cultura en comunidad.












