El campeonato de la LigaPro en Ecuador atraviesa uno de los peores momentos desde su creación en 2018. La temporada 2025 quedará marcada por la crisis económica de varios clubes históricos, el amaño de partidos y la creciente violencia en los estadios, alejando cada vez más a los aficionados.
Los problemas se acumulan en el fútbol ecuatoriano. Por un lado, los equipos siguen manejando sus finanzas de manera irresponsable, acumulando deudas millonarias que ponen en riesgo su continuidad. Según el presidente de la LigaPro, Miguel Ángel Loor, si se aplicara el reglamento con rigor, "apenas cuatro o cinco clubes quedarían vivos".
Casos emblemáticos son los de El Nacional, que perdió la categoría administrativamente por no poder pagar más de $7 millones en deudas, y Emelec, Barcelona SC, Deportivo Cuenca, Delfín y Macará, cuyos planteles han tenido que parar entrenamientos por falta de pago de salarios durante meses.
Pero la crisis no se limita a lo económico. También se ha destapado una estructura de manipulación de partidos y apuestas ilegales, principalmente en la Serie B, que ha puesto en duda la integridad de todo el campeonato. Según un informe de la Dirección de Integridad y Antipiratería (DIA) de la LigaPro, existe "la existencia de estructuras internas y sostenidas de manipulación de partidos, operadas desde el corazón de las propias instituciones".
Esto ha llevado a que los futbolistas, víctimas de la falta de pago de sus salarios, se conviertan en blancos fáciles para los reclutadores de estas redes de amaño, que les ofrecen "salvavidas" financieros a cambio de cometer errores durante los partidos. Incluso se han reportado denuncias de extorsiones y amenazas de muerte contra jugadores y árbitros.
Sumado a esto, la violencia en los estadios ha alcanzado niveles preocupantes. Incidentes como el lanzamiento de botellas de vidrio en el Clásico del Astillero o enfrentamientos entre barras bravas han obligado a varios clubes a jugar con público local para tratar de disminuir los incidentes. Esto, a su vez, ha provocado una caída del 8,8% en la asistencia a los partidos en comparación con el año pasado.
Ante este panorama desolador, es difícil pensar que la situación pueda mejorar a corto plazo. Los clubes seguirán endeudados y con dificultades para atraer figuras de renombre, mientras que el amaño de partidos y la violencia en las gradas parecen problemas lejos de resolverse. Queda por ver si la LigaPro y las autoridades competentes logran tomar las medidas necesarias para sacar al fútbol ecuatoriano de esta profunda crisis.










