Rusia intensifica su influencia en América Latina a través de negocios, presión económica y redes de élites

Rusia ha incrementado significativamente su interés y presencia en América Latina y el Caribe en los últimos años, a pesar del contexto marcado por las sanciones internacionales tras la guerra con Ucrania. Un informe del Center for the Study of Democracy (CSD) describe esta estrategia rusa como un "manual" que combina negocios, presión económica y construcción de redes de élites, con el objetivo de abrir puertas políticas en la región.

El estudio, que contó con la participación de CADAL, identifica sectores particularmente sensibles donde Rusia ha enfocado sus esfuerzos: energía (petróleo, gas y nuclear), defensa, transporte y comunicación, además de la instalación de narrativas prorrusas en el debate público. En esta lógica, la tecnología energética no solo se presenta como una inversión, sino también como una palanca de dependencia (financiamiento, repuestos, combustible, capacitación) que le permite a Rusia ejercer una influencia sostenida.

Uno de los casos más emblemáticos es el de Argentina, donde Rusia manifestó su interés en financiar la construcción de una planta nuclear para reforzar el sistema eléctrico del país. Este anuncio fue hecho en 2015 por el presidente ruso, Vladímir Putin, y la entonces presidenta Cristina Fernández, durante una visita oficial a Moscú. Si bien el avance de este proyecto ha sido limitado, el interés ruso en el sector nuclear argentino no ha desaparecido.

Más allá del ámbito nuclear, el vínculo entre Rusia y Argentina también se ha expresado en otros sectores, como el transporte ferroviario y los medios de comunicación. En 2014, por ejemplo, se anunció la incorporación de RT en español a la grilla de la Televisión Digital Abierta (TDA) en Argentina, reforzando así la presencia mediática rusa en el país.

La estrategia del Kremlin también se ha hecho sentir con particular intensidad en Venezuela, donde Rusia ha sostenido vínculos energéticos y políticos a pesar de las sanciones internacionales. En Bolivia, el foco está en el área nuclear, con el avance de un centro de investigación y tecnología nuclear en El Alto, presentado como cooperación tecnológica.

En Brasil y Panamá, la presencia rusa se mueve por carriles más económicos, como la dependencia de insumos como fertilizantes en el caso de Brasil, y el uso de hubs offshore y mecanismos que pueden facilitar operaciones financieras y evasión de sanciones en el caso de Panamá.

En resumen, el informe del CSD revela que Rusia ha desplegado una estrategia multifacética en América Latina y el Caribe, utilizando una combinación de negocios, presión económica y construcción de redes de élites para ampliar su influencia en la región, a pesar del contexto de sanciones internacionales.