El gobierno del estado de Río Grande del Sur (RS) ha iniciado la recuperación estructural del edificio 1 de la Agencia Central de Inteligencia, ubicado en el Cuartel General de la Brigada Militar. Esta acción merece ser destacada y reflexionada, ya que en un momento marcado por la complejidad del crimen organizado, la velocidad de la información y la multiplicación de riesgos difusos, invertir en inteligencia policial no es un lujo, sino una necesidad estratégica.
La inteligencia policial es el sector que trabaja antes de que ocurra un hecho delictivo, cuando aún hay tiempo de evitar el daño, reducir el sufrimiento y preservar vidas. Es allí donde se intenta vislumbrar lo que aún no ha sucedido, pero que ya se anuncia en las sombras. A diferencia de la investigación policial, que se enfoca en la producción de pruebas y en la determinación de la autoría y materialidad de los delitos ya cometidos, la inteligencia se encarga de la producción de conocimiento. Recopila datos, cruza información, analiza escenarios y proyecta tendencias para respaldar la planificación preventiva y la toma de decisiones.
El objetivo de la inteligencia no es solo saber quién cometió un crimen, sino anticipar riesgos, identificar amenazas e impedir que el delito ocurra. Esto es fundamental para una sociedad que comprende el valor de la inteligencia y que invierte en la prevención como política pública, y no solo en la represión tardía. Cada delito evitado representa menos víctimas, menos procesos judiciales, menos gastos y menos dolor social.
Sin embargo, la recuperación del edificio es solo un paso importante, pero insuficiente si no va acompañada de la valoración del ser humano que produce la inteligencia. Fortalecer la inteligencia policial no se trata solo de paredes nuevas y estructuras recuperadas, sino también de enfrentar las pérdidas salariales acumuladas, respetar los derechos de los profesionales, ofrecer condiciones dignas de trabajo y reconocer el desgaste emocional e intelectual de estos agentes. De lo contrario, existe el riesgo de inaugurar edificios renovados con mentes desmotivadas, y ninguna estructura, por más sólida que sea, puede reemplazar el valor de un policía respetado, protegido y reconocido.
