El Gobierno del presidente Gustavo Petro enfrenta una grave crisis diplomática después de que se revelara que funcionarios del servicio exterior colombiano asistieron a una fiesta en Nicaragua donde compartieron con el prófugo de la justicia Carlos Ramón González.
Según el editorial del diario El Espectador, las acciones del encargado de negocios en Nicaragua, Óscar Muñoz, y de otros diplomáticos que participaron en el evento, representan "una burla a la institucionalidad, a las normas nacionales y a la imagen de Colombia en el exterior".
El incidente se produce en un momento delicado para las relaciones entre Colombia y Nicaragua, luego de que el gobierno de Daniel Ortega expulsara al embajador colombiano y cerrara la embajada de ese país en Managua. Ahora, la presencia de funcionarios colombianos en una fiesta con un prófugo de la justicia agrava aún más la situación.
"Están humillando a su Gobierno y al país", señala el editorial, que califica la situación como "una verg enza diplomática" para Colombia. Los analistas advierten que este escándalo puede tener serias repercusiones en la política exterior del país andino.
Algunos expertos cuestionan la capacidad del Ministerio de Relaciones Exteriores para manejar adecuadamente este tipo de crisis y exigen una investigación exhaustiva y sanciones ejemplares para los responsables. Consideran que el Gobierno de Petro debe enviar un mensaje claro de que no tolerará este tipo de conductas inapropiadas por parte de sus representantes diplomáticos.
La reputación internacional de Colombia está en juego, y el Ejecutivo tendrá que actuar con firmeza para recuperar la confianza y el respeto de la comunidad internacional. Este escándalo pone de manifiesto la necesidad de fortalecer la profesionalización y el compromiso ético del servicio exterior colombiano.












