El papa León XIV firmó este jueves el decreto del "milagro" atribuido al empresario argentino Enrique Ernesto Shaw (1921-1962), por lo que será proclamado beato. Shaw, conocido como el "apóstol de los empresarios", será beatificado por su defensa de los derechos de los trabajadores y su compromiso con la Doctrina Social de la Iglesia.
Nacido en París en el seno de una familia aristocrática argentina, Shaw se destacó por su liderazgo empresarial y su profunda fe católica. A los 16 años se alistó en la Marina y a los 23 se casó con Cecilia Bunge, con quien tuvo nueve hijos. Aunque provenía de una familia adinerada, Shaw y su esposa vivían con austeridad y modestia.
Tras unirse a la Acción Católica y al Movimiento Familiar Cristiano, Shaw se convirtió en director general de Cristalerías Rigolleau, la empresa de su tío materno. Desde allí, impulsó la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa y la Unión Internacional de Asociaciones Patronales Católicas, convirtiéndose en un referente del empresariado católico a nivel mundial.
En 1957, le diagnosticaron un tumor maligno, pero aun así continuó con sus actividades, participando en congresos, preparando charlas y escribiendo artículos. Falleció en 1962 a los 41 años, dejando un legado de compromiso social y espiritual.
Para su beatificación, se aprobó el decreto de la presunta curación milagrosa del pequeño Matías, atribuida a la intercesión de Shaw. Cuando Matías tenía 5 años, recibió una grave patada en la nuca por parte de un caballo, pero su mejoría fue confirmada por médicos en 2016 y 2018, a pesar de algunos déficits neurológicos leves.
El papa Francisco, quien conoció personalmente a Shaw, lo ha elogiado en varias ocasiones como un ejemplo de "persona rica que administraba bien su dinero, sin paternalismo, sino haciendo crecer a aquellos que necesitaban de su ayuda". Con la beatificación, la Iglesia reconoce la santidad de este empresario argentino que supo conjugar fe y compromiso social.












