El cometa 3I/ATLAS, proveniente de más allá del sistema solar, se acercará a la Tierra el próximo 19 de marzo a una distancia de unos 270 millones de kilómetros, brindando a los astrónomos la oportunidad de estudiar este "eslabón perdido" en la formación de los planetas.
Según los expertos, este objeto no representa ningún peligro, ya que pasará al doble de la distancia que separa la Tierra del Sol. Sin embargo, su composición y comportamiento han despertado gran interés en la comunidad científica.
Un grupo de investigadores liderado por Josep Maria Trigo-Rodríguez, del Instituto de Ciencias del Espacio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, ha publicado un estudio preliminar en el que sugieren que el cometa podría tener volcanes de hielo en erupción, un fenómeno conocido como criovulcanismo.
Este hallazgo se basa en el aumento de brillo observado en el cometa a medida que se acercaba al Sol, lo que indicaría la presencia de procesos de alteración acuosa, es decir, la corrosión del hielo por el agua y otros volátiles.
"Lo que le hace diferente de otros cometas es que está experimentando procesos de alteración acuosa, lo que solemos llamar corrosión, al quedar empapado en agua y otros volátiles", explica Trigo.
Además, el cometa 3I/ATLAS podría ser el objeto interestelar más antiguo observado hasta la fecha, incluso 3.000 millones de años más antiguo que el sistema solar, lo que lo convierte en un "eslabón perdido" en la formación de otros mundos.
Los telescopios espaciales Hubble, James Webb, Tess, Mars Express, SOHO y la sonda europea Juice han estado observando de cerca al cometa para estudiar su composición y trayectoria, con el objetivo de comprender mejor cómo se forman los planetas fuera de nuestro sistema solar.
A pesar de algunas teorías sobre un posible origen artificial del cometa, la comunidad científica se ha manifestado en contra de estas hipótesis, argumentando que todas las evidencias apuntan a que se trata de un objeto de naturaleza cometaria.












