La pesca artesanal en la provincia de Esmeraldas, Ecuador, se enfrenta a una grave crisis de inseguridad. Los pescadores relatan historias de asaltos violentos, robos de embarcaciones y motores, e incluso desapariciones de compañeros que nunca más volvieron.
Según datos de las federaciones pesqueras, más de 160 pescadores artesanales han desaparecido en la costa ecuatoriana en los últimos cinco años, y cerca de un tercio de esos casos se concentran en Esmeraldas, una provincia golpeada por la presencia de grupos armados vinculados al narcotráfico.
Milton, un pescador que perdió a su hijo en un ataque, cuenta con voz quebrada: "Nos abordaron tres hombres armados, nos amarraron y nos lanzaron al agua. Yo logré sobrevivir, pero mi hijo nunca apareció". Historias como esta se repiten entre los pescadores, quienes temen por su vida cada vez que salen a faenar.
Los asaltos ocurren incluso a plena luz del día, a pocas millas de la costa, pero los pescadores denuncian que la Armada no logra brindarles la protección necesaria. Según la presidenta de la Cámara de Pesquería de Esmeraldas, Maura Oviedo, solo el 18% de las búsquedas por pescadores desaparecidos concluyen con hallazgos positivos, y la mayoría son cuerpos sin vida.
Además de los ataques en alta mar, los pescadores también sufren extorsiones en los puertos, donde las bandas criminales les exigen pagos mensuales de entre $500 y $1.500. "Ellos saben quién trae más pesca, se meten a las bodegas y extorsionan. Hay muertos en las bodegas, y nadie dice nada", denuncia un dirigente pesquero.
La inseguridad, sumada a otros problemas como derrames de crudo y disminución de especies clave, ha provocado que el número de pescadores artesanales en Esmeraldas se haya reducido de 6.000-7.000 hace diez años a apenas 5.000 en la actualidad. "Cada vez somos menos, porque la gente se cansa de arriesgar la vida y perderlo todo", lamenta Oviedo.
La crisis que vive la pesca artesanal en Esmeraldas no solo afecta a los pescadores, sino también a toda la comunidad, ya que la escasez de productos del mar encarece platos típicos como el encebollado. "Cuando escasea la albacora, tenemos que traer pescado de Manta a dos dólares la libra. Eso afecta a más de 30 locales de encebollado en la ciudad", cuenta Antonio Cedeño, un vendedor de este platillo.
Los pescadores se sienten abandonados por las autoridades y claman por mayor seguridad y protección en alta mar. "Nos sentimos abandonados, sin protección ni respuestas", resume la presidenta de la Cámara de Pesquería de Esmeraldas.
