La mayoría de las especies animales presentan dimorfismo sexual, es decir, diferencias fisiológicas entre hembras y machos. Estas diferencias afectan principalmente al aparato reproductor, siendo el de las hembras el preparado para parir o poner huevos, mientras que el de los machos está diseñado para fertilizar los óvulos.
Sin embargo, existen algunas especies sorprendentes en las que los roles se invierten y son los machos quienes se encargan de la incubación y el cuidado de las crías. Dos ejemplos claros son los caballitos de mar y ciertas especies de peces.
En el caso de los caballitos de mar, las hembras transfieren los huevos a una bolsa incubadora que portan los machos. Allí, el macho los fertiliza internamente y luego los incuba hasta que eclosionan. Incluso, durante este proceso, el macho experimenta cambios hormonales similares a los de un parto.
Un sistema muy parecido ocurre en algunas especies de peces, como los peces pipa, donde los machos se encargan de la fertilización e incubación de los huevos. En otras especies de peces, los machos mantienen los huevos en sus bocas hasta que las crías nacen.
Pero este fenómeno no se limita solo a los peces y caballitos de mar. También hay casos de incubación de huevos por parte de los machos en algunas especies de aves, como el ping ino emperador, donde son los machos quienes incuban el único huevo que ponen las hembras, mientras estas les traen el alimento.
Otro ejemplo son los ñandúes, aves sudamericanas similares a los avestruces, en los que son los machos quienes construyen el nido, incuban los huevos y cuidan de las crías durante los primeros seis meses de vida.
Según los expertos, estas estrategias reproductivas tienen una explicación evolutiva: al liberar a las hembras de la incubación y cuidado de las crías, estas pueden producir más huevos y aumentar así las posibilidades de supervivencia de la especie. Además, en algunos casos, como la fertilización interna en los machos, se aseguran de que las crías sean sus descendientes.
Es importante destacar que este tipo de comportamiento, si bien sorprendente, no es habitual en la naturaleza, ya que la gran mayoría de las especies mantienen el dimorfismo sexual tradicional en el que las hembras son las encargadas de la reproducción.











