El mundo del fútbol se ha visto sacudido por la noticia de que Mohammed bin Salman, príncipe heredero de Arabia Saudita, estaría preparando una oferta astronómica de 10.000 millones de euros para adquirir el Barcelona.
Según reportes surgidos originalmente en medios españoles, esta propuesta no solo buscaría el control total de la institución, sino que también solventaría de manera inmediata la asfixiante deuda de aproximadamente 2.500 millones de euros que arrastra el club catalán.
La intención del fondo soberano saudí sería integrar al conjunto blaugrana en su ambicioso proyecto "Vision 2030", posicionándolo como la joya de la corona de sus inversiones deportivas globales, superando con creces lo realizado previamente con el Newcastle United en la Premier League.
Sin embargo, a pesar de la magnitud de la cifra, la operación se enfrenta a un obstáculo legal y sentimental casi insalvable: el modelo de propiedad del Barcelona. Al ser un club que pertenece a sus más de 140.000 socios, cualquier intento de transformación en una Sociedad Anónima Deportiva (SAD) o venta a capitales extranjeros requeriría una modificación estatutaria aprobada por una mayoría abrumadora en asamblea.
Aunque la actual directiva, encabezada por Joan Laporta, ha explorado diversas "palancas económicas" y asociaciones comerciales para mejorar las finanzas, la resistencia de la masa social a perder la identidad democrática del club hace que, hoy por hoy, la compra total sea calificada por expertos como prácticamente imposible, limitando las opciones saudíes a simples patrocinios o inversiones en áreas específicas como el entretenimiento o los derechos digitales.
El Barcelona, uno de los clubes más emblemáticos del mundo, se mantiene firme en su modelo de propiedad, rechazando la tentadora oferta del príncipe saudí. Esta decisión refleja la importancia que los socios del club otorgan a la preservación de su identidad y autonomía, incluso ante la posibilidad de resolver sus problemas financieros a corto plazo. El futuro del Barcelona seguirá siendo un tema de debate en los próximos meses, mientras el club busca alternativas para sanear sus cuentas sin perder su esencia.










