Un exhaustivo estudio genético publicado en la revista Nature acaba de poner en entredicho algunos de los dogmas más arraigados de la biología evolutiva. Según los investigadores, las primeras células complejas surgieron mil millones de años antes de lo que se pensaba, y lo hicieron en un mundo en el que aún no existía el suficiente oxígeno.
Hasta ahora, la ciencia estaba convencida de que la aparición de los organismos complejos, que dieron lugar a los animales y finalmente a los seres humanos, sucedió hace unos 630 millones de años, en un repentino 'estallido' de creatividad biológica. Pero el nuevo estudio, liderado por la Universidad de Bristol, obliga a reconsiderar gran parte de esa historia.
El camino hacia la complejidad, en realidad, no fue un 'sprint final' de la naturaleza, sino un maratón lento y tortuoso que comenzó hace casi 2.900 millones de años, es decir, más de mil millones de años antes de lo que se suponía. Y lo más sorprendente es que este proceso se desarrolló en un mundo asfixiante y carente de oxígeno, un escenario que hasta ahora se consideraba imposible para el surgimiento de la vida compleja.
Según el nuevo modelo propuesto por los investigadores, bautizado como CALM (Complex Archaeon, Late Mitochondrion), nuestros ancestros microscópicos ya habían empezado a construir estructuras complejas, esqueletos internos y sistemas de transporte de membranas mucho antes de que llegaran las mitocondrias, las 'centrales eléctricas' que usan oxígeno. Es decir, la complejidad estructural precedió a la complejidad energética.
"El ancestro de los eucariotas comenzó a desarrollar características complejas aproximadamente mil millones de años antes de que el oxígeno fuera abundante", explica Philip Donoghue, paleobiólogo de la Universidad de Bristol y coautor del estudio. De hecho, las mitocondrias llegaron mucho más tarde, coincidiendo con el momento en que los niveles de oxígeno empezaron a subir en la atmósfera.
Estos hallazgos tienen implicaciones trascendentales, pues sugieren que la vida compleja puede surgir en mundos sin oxígeno, ampliando considerablemente el abanico de lugares donde podríamos encontrar 'vida avanzada' en otros planetas.
Hasta ahora, se asumía que las bacterias dominaron en solitario durante 3.000 millones de años y que solo hace unos 635 millones de años, tras un aumento global del oxígeno, la vida compleja despegó definitivamente. Pero el nuevo estudio demuestra que la maquinaria genética para la complejidad se estaba 'cocinando' mucho antes, desde hace 2.900 millones de años.
Esto no contradice necesariamente hallazgos anteriores, como los fósiles de organismos supuestamente complejos de hace 2.100 millones de años encontrados en Gabón. Más bien, les da un marco teórico más profundo, sugiriendo que esos 'experimentos fallidos' de la naturaleza podrían ser manifestaciones físicas de ese largo proceso genético invisible que acaba de desvelar la Universidad de Bristol.
En definitiva, la evolución de la vida compleja no fue un evento puntual, sino un proceso agónicamente lento. Primero hubo que 'inventar' las herramientas internas de la célula eucariota en un mundo sin aire, luego esperar a la fusión con una bacteria que diera origen a la mitocondria, y finalmente aguardar a que el planeta se llenara de oxígeno para que esa maquinaria pudiera funcionar a pleno rendimiento.
La vieja idea de que la Tierra fue un lugar aburrido, habitado solo por bacterias 'tontas' durante la mayor parte de su historia, parece estar condenada. En las profundidades de aquellos océanos oscuros y sin oxígeno, hace casi 3.000 millones de años, la naturaleza ya estaba trabajando silenciosamente en el diseño de la célula que, eones después, daría lugar a las criaturas que intentan comprenderla.
