Tras tres décadas de existencia, la WNBA se encuentra en una situación precaria, ya que los dueños de los equipos y el sindicato de jugadoras se disputan un nuevo convenio colectivo. Después de dos temporadas récord en asistencia y audiencia televisiva, las atletas exigen una mayor participación en los crecientes ingresos de la liga, entre otras demandas. Los dueños, por su parte, quieren mantener bajos los costos mientras la liga se encamina a su 30 temporada con un panorama comercial más prometedor que nunca.
Si ambas partes pueden llegar a un acuerdo y mantener el impulso, tendrán una larga lista de inversores deseosos de invertir dinero en la liga. Ese entusiasmo explica por qué, a pesar de la amenaza de un paro laboral, la WNBA está dejando atrás a otros deportes femeninos en términos de valoración.
En la lista inaugural de Forbes de los equipos femeninos más valiosos del mundo, los cinco primeros pertenecen a la WNBA, encabezados por el New York Liberty, con un valor de 400 millones de dólares. De hecho, las 12 franquicias de la WNBA valoradas por Forbes se encuentran entre las 25 mejores a nivel global.
El resto de la lista de 2025 incluye ocho franquicias de la Liga Nacional de Fútbol Femenino (NWSL) y cinco clubes de fútbol europeos. En conjunto, los 25 equipos están valorados en 5.600 millones de dólares, una cifra muy distinta a la de hace unos años, cuando las franquicias femeninas a veces se incluían como obsequio en las ventas de equipos masculinos.
La NWSL también ha experimentado un crecimiento notable, con patrocinadores de primera línea y un nuevo estadio propio en Kansas City que proyecta ingresos de 45 millones de dólares para 2025. Por su parte, la WNBA ha firmado acuerdos de transmisión por 2.200 millones de dólares a lo largo de 11 años, y varios equipos ya han alcanzado la rentabilidad.
Esta trayectoria ascendente ha atraído a algunos pesos pesados financieros a los grupos de propietarios, como las multimillonarias Lauren Leichtman y Gail Miller, y firmas de inversión como Carlyle y Sixth Street. Las comisiones de expansión también siguen disparándose, alcanzando los 165 millones de dólares para una franquicia de la NWSL en Atlanta y los 250 millones de dólares para Cleveland, Detroit y Filadelfia en la WNBA.
Sin embargo, la situación no es tan favorable en Europa, donde los equipos femeninos a menudo se encuentran bajo el paraguas de los clubes masculinos y han recibido escasa inversión. Aun así, algunos de los mejores equipos europeos, como el Chelsea, han experimentado valorizaciones significativas, lo que refleja el creciente interés de los inversores en el deporte femenino.
A pesar de estos avances, no hay garantía de que la disparidad de talento entre Estados Unidos y Europa se mantenga. Algunas estrellas estadounidenses se han mudado al extranjero en los últimos años, y la NWSL está trabajando para implementar un nuevo mecanismo de plantilla que le permita retener a sus mejores jugadoras.
En resumen, la WNBA y la NWSL se encuentran en una posición de fortaleza, con un creciente interés de los inversores y un aumento en la valoración de sus equipos. Sin embargo, las jugadoras siguen exigiendo una mayor participación en los ingresos, lo que podría desembocar en un paro laboral si no se llega a un acuerdo con los dueños. El futuro del deporte femenino profesional en Estados Unidos y Europa se perfila como una batalla entre jugadoras y propietarios por un pedazo de un pastel cada vez más grande.












