El Papa León XIV recibió un obsequio muy especial durante su visita oficial al Vaticano: una caja de bombones y galletas de la cafetería Casa Dominga, entregada por la Primera Dama de Costa Rica, Signe Zeikate.
Este gesto simbólico representa el vínculo entre la Iglesia y Costa Rica, país que ha dejado su huella en el Vaticano a través de la artista Paula Sáenz, quien diseñó el portal que decora la entrada.
Sáenz, emprendedora del taller de arte sacro Paula en el Bosque, creó un pesebre innovador que combina las tradiciones occidentales con la iconografía del arte bizantino. Sus piezas son retablos de madera recubiertos con papel de museo e iluminados con pan de oro, formando una cueva de más de 5 metros de altura.
Un detalle especial de esta decoración navideña son las 420 cintas con peticiones enviadas por pacientes del Hospital Nacional de Niños, recogidas personalmente por el capellán del hospital. "Los niños no pidieron juguetes; la mayoría pidió por su salud o por alguien más", contó Sáenz.
Casa Dominga, por su parte, es un emprendimiento familiar que abrió sus puertas hace 10 años en Santo Domingo de Heredia. Tras superar las dudas iniciales, el restaurante y cafetería se convirtió en un espacio acogedor, lleno de risas y sobremesas largas. Ahora, su presencia en el Vaticano les otorga un reconocimiento internacional.
Este intercambio cultural y gastronómico entre Costa Rica y el Vaticano refleja los lazos que unen a ambas instituciones, y la importancia de los pequeños gestos que pueden trascender fronteras.
