La burbuja inmobiliaria en China se ha desinflado drásticamente, con precios de viviendas que se dispararon hasta 17 veces el salario medio en 2020. Tras décadas de auge, la crisis golpea fuerte con promotoras quebradas y más de 18 billones de dólares de riqueza evaporada. Pekín, en un intento por ocultar la magnitud del colapso, ha censurado información sobre ventas de propiedades, generando preocupación entre expertos.
La desaceleración del sector inmobiliario impacta el PIB, el empleo y las importaciones, afectando incluso a países exportadores como Australia, Brasil y Chile. Mientras las ventas siguen cayendo en picada -con barrios fantasma, gente desesperada viendo la devaluación de sus viviendas y la venta de hasta tres propiedades por el precio de una-, Pekín restringe la información independiente sobre las cifras del sector, una señal de que "quiere enmascarar la crisis", dicen expertos.
Tras dos décadas de crecimiento desbocado, para 2020 los precios de las viviendas en China llegaron a dispararse hasta más de 17 veces el salario medio. Este frenesí de la construcción transformó el panorama del país, con la especulación inmobiliaria convirtiéndose en la norma y ayudando a millones de hogares de clase media a sentirse más ricos y gastar más.
Sin embargo, el punto de inflexión llegó durante la primera ola de cierres por COVID-19, cuando el gobierno impuso nuevas y radicales normas sobre el nivel de deuda que podían asumir los promotores inmobiliarios. El resultado fue brutal: gigantes como Evergrande, Country Garden y docenas de empresas más pequeñas dejaron de pagar, y más de 70 promotores quebraron o necesitaron rescates estatales.
Más de 18 billones de dólares de riqueza familiar se han evaporado a medida que se desploma el valor de las viviendas. La actividad de la construcción, antes un motor clave del PIB, se ha desplomado tanto que ahora arrastra el crecimiento general por debajo de los objetivos de Pekín.
En un intento por ocultar la magnitud de la crisis, las autoridades chinas han ordenado a los proveedores de datos dejar de publicar cifras de ventas nacionales. Expertos estiman que los precios podrían caer hasta un 85% antes de estabilizarse, con ciudades de segundo y tercer nivel sufriendo desplomes de hasta el 30%.
La crisis ha dejado infinidad de proyectos a medio terminar, ciudades fantasma y millones de hogares atrapados en un patrimonio neto negativo, lo que ha provocado la ira pública y protestas esporádicas. El sector inmobiliario, que llegó a representar hasta el 25% del PIB chino, ha reducido el crecimiento al 5%, impactando al empleo, la inversión y las importaciones de países exportadores.
Pekín quiere evitar otra burbuja, por lo que el apoyo actual a la industria es mucho menor que en crisis anteriores. Aun así, podría subsidiar los intereses hipotecarios o reducir comisiones para intentar estabilizar el mercado. Los analistas prevén que la recesión en China persista hasta finales de la década, mientras algunos pronostican una recuperación en 2027.










