El Congreso de la Ciudad de México fue escenario de un verdadero desastre político, con gritos, empujones y una batalla campal entre los legisladores de los partidos Acción Nacional (PAN) y Morena. La confrontación se desató en torno a la propuesta de reducir el número de comisionados del organismo que garantiza el acceso a la información pública y la protección de datos personales, así como a las discrepancias sobre el presupuesto para el próximo año.
Los panistas lograron que en las comisiones se modificara la iniciativa del gobierno, que buscaba reducir de tres a un solo comisionado. Esto generó el rechazo de Morena, que consideraba que se estaba atentando contra la transparencia. Pero la disputa de fondo tenía que ver con el código financiero del presupuesto 2023, en el que los azules buscaban evitar que se castigara a quienes no paguen impuestos.
Para los panistas, los programas sociales impulsados por la 4T son una forma de conseguir votos y no responden a la verdadera vocación de gobierno. Consideran que estas ayudas atentan contra el capital, incluso si este ha sido mal habido. Por eso, su intento de intervenir en el órgano de transparencia era, en realidad, una estrategia para evitar que la ciudad tuviera presupuesto para el próximo año.
Aunque el intento de los azules fue escandaloso, terminó en un nuevo fracaso de la oposición partidista, que ha crecido más por los errores de la dirección política de Morena en el Congreso que por sus propios aciertos. No obstante, este episodio evidencia la necesidad de una revisión profunda del trabajo político en el Congreso capitalino, para evitar este tipo de escenas bochornosas y lograr una mejor coordinación entre los partidos.











