La entrega del Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado, celebrada el pasado 10 de diciembre en Oslo, ha permitido mostrar al mundo el verdadero rostro de Venezuela: una nación decente, luchadora, honesta y profundamente democrática, a pesar de 26 años de régimen castro-chavista.
El evento reveló la magnitud de la tragedia que padece Venezuela, pero también la existencia de una cultura democrática que ha permitido resistir y preservar un numeroso y calificado núcleo de resistencia frente a la determinación de instaurar una dictadura.
El discurso de María Corina Machado, leído por su hija Ana Corina, reflejó esa reserva cultural forjada en los 40 años de democracia que vivió el país antes de la llegada del chavismo. Valores de civilidad, ciudadanía y libertad transmitidos desde los hogares a las nuevas generaciones.
El presidente del Comité Nobel, J rgen Watne Frydnes, reconoció esta cultura democrática en el alma de la nación venezolana, que ha permitido resistir la "oscuridad" y la "muerte" impuestas por el régimen. "Ellos nos recuerdan constantemente lo que está en juego", dijo.
La entrega del Nobel a Machado ha otorgado una legitimidad moral y política adicional a la lucha del pueblo venezolano por rescatar la democracia. Hoy el mundo tiene una imagen más nítida de la existencia de una Venezuela moderna, civilizada, honrada y valiente, capaz de gerenciar su futuro.
La comunidad internacional enfrenta ahora un desafio ineludible. Seguir hablando de "no intervención" o "soberanía" frente a un régimen que ha declarado la guerra a sus propios ciudadanos y utilizado las riquezas del país para inmiscuirse en la política continental, constituye ya una forma de complicidad con la entidad criminal que usurpa el poder.
