El Partido Revolucionario Moderno (PRM), que llegó al poder con un discurso de cambio, transparencia y ruptura con la vieja política, se encuentra hoy acorralado por una narrativa construida por la oposición, que se ha lucrado durante veinte años sin enfrentar consecuencias.
Según el análisis del Doctor Ramón Ceballo, esa narrativa elaborada con eficacia y constancia por la oposición, no solo se repite, sino que se amplifica, se normaliza y se instala en la opinión pública. Ante ella, el partido ha preferido mirar hacia otro lado, como si la pasividad no fuera acumulando un alto costo político día tras día.
El discurso opositor presenta al PRM como un partido dividido, sin liderazgo cohesionado, incapaz de sostener la lucha contra la corrupción que prometió y cada vez más parecido a aquello que juró combatir. Este relato, cuidadosamente diseñado, busca erosionar la legitimidad moral del gobierno.
Lo más preocupante, según Ceballo, es que el PRM haya decidido mantener un silencio que raya en la indiferencia, como si el desgaste político no tuviera consecuencias acumulativas. Los moralistas de ocasión, convertidos en paladines de la lucha anticorrupción, han logrado imponer su versión de los hechos ante la ausencia de una respuesta firme y sostenida del partido de gobierno.
El propio gobierno ha contribuido a estrechar el cerco. La lentitud para responder a los ataques, la timidez al comunicar logros y la evidente incomodidad para confrontar a quienes manipulan la opinión pública han dejado un vacío que sus adversarios llenan con facilidad. En política, el vacío no existe, y si el PRM no cuenta su versión, alguien lo hará por ellos.
Ceballo advierte que el PRM difícilmente volverá a tener un presidente con la autoridad moral y la oportunidad histórica que hoy encarna Luis Abinader. Defender su gestión es un compromiso, y postergar lo que debe hacerse ahora es un error estratégico de enormes proporciones. La pregunta ya no es si existe desgaste, sino cuánto tiempo más podrá ignorarse antes de que se vuelva políticamente irreversible.
En política, quien calla no otorga, sino que pierde. Es el momento de que el PRM unifique su discurso, active sus bases y enfrente con firmeza las distorsiones que moldean la percepción pública. De lo contrario, la imagen del partido seguirá deteriorándose, y el gobierno quedará sin el respaldo orgánico que necesita para hacer frente a los ataques de la oposición.












