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Cómo la escritura ayuda a sobrevivir y reconstruir la vida después de un daño cerebral

Cómo la escritura ayuda a sobrevivir y reconstruir la vida después de un daño cerebral

Dos supervivientes de daño cerebral y una neuropsicóloga explican cómo la escritura se ha convertido en una herramienta clave para comprender y reconstruir sus vidas.

Cada año, más de 100.000 personas sufren un daño cerebral adquirido en España, y miles de ellas inician su rehabilitación en el Centro Estatal de Atención al Daño Cerebral (CEADAC), en Madrid. Allí, algunos pacientes han encontrado en la escritura una herramienta inesperada: no solo para ejercitar el cerebro, sino para sanar el alma.

Aurora Lassaletta, Antonio Ramón Prieto y Amor Bize, paciente y neuropsicóloga del centro, demuestran que la palabra también puede ser terapia. En sus libros, talleres y conversaciones, la escritura se alza como un hilo de sentido entre la pérdida y la recuperación.

Para Aurora, el accidente que cambió su vida en 2005 la llevó a escribir un libro sobre su "daño cerebral invisible", una forma de identificar y comprender lo que le estaba ocurriendo. "Escribir me transformó. Pude aprender quién soy ahora y, sobre todo, amar quién soy ahora", afirma.

Por su parte, Antonio Ramón Prieto, quien sufrió un accidente de bicicleta en 2023, encontró en la escritura una herramienta de rehabilitación y una forma de dar sentido a lo ocurrido. "Escribir no solo fue una forma de recordar, sino de comprender. Me ayudó a ordenar las cosas paso a paso, como un pequeño viaje por la rehabilitación", cuenta.

La neuropsicóloga Amor Bize, del CEADAC, destaca la importancia de hacer visible lo invisible en el daño cerebral, y cómo la escritura puede ayudar a los pacientes a reconciliarse con su nueva identidad. "Cuando una persona escribe su historia, deja de ser solo paciente y pasa a ser autor. Y eso cambia la mirada", explica.

La escritura no cura la lesión, pero sí puede ayudar a curar el desconcierto. A un año, a diez o a veinte del accidente, las páginas siguen abiertas. La escritura no es el final de la rehabilitación, sino una forma de seguirla viviendo, un mapa para quien se perdió dentro de sí mismo y un espejo donde reconocerse, aunque la imagen sea nueva.

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