América Latina se encuentra inmersa en un ciclo de alternancia política entre izquierda y derecha, impulsado más por la frustración de los ciudadanos que por convicciones ideológicas. Según el análisis, estos virajes ideológicos son respuestas emocionales y pragmáticas a la incapacidad de los sistemas políticos de la región para cumplir con las demandas básicas de la población, como seguridad, empleo, estabilidad y salud.
La izquierda llega al poder con grandes promesas y expectativas infladas, pero cuando fracasa en cumplirlas lo que suele ocurrir con mayor frecuencia e intensidad que en el caso de la derecha , la caída es más dura y el desencanto más rápido. Por su parte, la derecha administra con menos épica y más prudencia fiscal, pero también puede decepcionar a un electorado impaciente que busca resultados a corto plazo.
Desde la teoría de sistemas de David Easton, el fenómeno se explica por la incapacidad de las instituciones democráticas de procesar y responder eficazmente a las demandas de la ciudadanía. Cuando el sistema político falla de forma reiterada, la legitimidad se erosiona y abre espacio a actores antisistémicos que prometen soluciones simples y autoritarias.
En este contexto, la alternancia democrática se ha convertido en un "ritual de frustración" en el que los votantes cambian de gobierno como si fueran "fusibles quemados", sin que ello implique un verdadero cambio ideológico. Mientras los gobiernos, especialmente los de izquierda, sigan inflando expectativas que no pueden cumplir, el ciclo de castigo continuará, desgastando cada vez más a la democracia.
Casos como los de Chile, Colombia y México ejemplifican esta dinámica. En Chile, la elección de Boric respondió al hastío con la administración tecnocrática, pero la frustración con el desorden y la inseguridad devolvieron la iniciativa a la derecha. En Colombia, el gobierno de Petro enfrenta una crisis de seguridad y reformas fallidas que anticipan un giro punitivo. Y en México, el deterioro de la seguridad y la captura del Estado por el crimen organizado han erosionado la base del proyecto lopezobradorista.
La imagen general es la de una ciudadanía desesperada, con demandas de resultados a corto plazo que chocan con la lentitud de las soluciones democráticas. Esto está "planchando una alfombra roja" para soluciones autoritarias, como el "fenómeno Bukele" en El Salvador, que ofrecen efectos inmediatos pero menos sostenibles en el tiempo.
En conclusión, América Latina no está girando ideológicamente, sino que está buscando desesperadamente quién funcione. Mientras los gobiernos sigan inflando expectativas que no pueden cumplir, el ciclo de castigo continuará, poniendo en riesgo la estabilidad y la consolidación de la democracia en la región.
