El bambú es una de las especies más antiguas y atípicas del planeta, con orígenes en diversas regiones de Asia, América, África y Oceanía. Aunque fue introducido en Europa por los portugueses en el siglo XVI, esta planta que genéticamente corresponde a una hierba o pasto, ha sido vital en las culturas donde crece, inspirando mitologías y símbolos.
Lo que hace al bambú extraordinariamente útil y popular es su asombrosa capacidad de crecimiento y su excepcional dureza, convirtiéndolo en un material de construcción y consumo con un potencial enorme. De hecho, el bambú recibe el apodo de "acero vegetal" gracias a estas cualidades únicas.
El ritmo de crecimiento vertiginoso del bambú es posible gracias a su tronco principal: un rizoma gigante y subterráneo que actúa como su sistema de reservas. Algunos estudios han registrado tasas de crecimiento de hasta un metro por día, lo que lo convierte en la planta que más rápido crece en el mundo.
Esta velocidad de crecimiento, sumada a su resistencia y durabilidad, hacen del bambú un recurso natural de gran valor. Sin embargo, para aprovechar al máximo sus cualidades, la sostenibilidad se vuelve clave, asegurando que su proceso de fabricación y plantación honre la importancia de este extraordinario "acero vegetal".












