Tras días de intensos combates a lo largo de la frontera entre Tailandia y Camboya, la situación se ha convertido en una crisis humanitaria de gran magnitud. Los enfrentamientos armados entre los ejércitos de ambos países han dejado al menos 10 muertos y cientos de heridos, además de forzar la evacuación de cerca de medio millón de personas de sus hogares.
La disputa territorial se remonta a un acuerdo fronterizo firmado en 1907 entre Siam (actual Tailandia) y Francia, que entonces ocupaba el territorio de Camboya. Desde entonces, la demarcación de la frontera ha sido motivo de constantes roces y esporádicos choques entre los dos países.
Ahora, la lucha por el control de varios templos hinduistas del siglo XI, ubicados en la zona limítrofe, ha reavivado los sentimientos nacionalistas y llevado a una peligrosa escalada militar. Ambos bandos se acusan mutuamente de ataques a objetivos civiles con cohetes, balas y drones.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha hecho un llamado urgente a Tailandia y Camboya para que detengan los enfrentamientos y utilicen los mecanismos de diálogo para encontrar una solución pacífica a la disputa. Por su parte, China, como aliado cercano de ambos países, también ha pedido "moderación" a las partes.
Sin embargo, los combates continúan, dejando un saldo cada vez más elevado de víctimas y desplazados. Miles de niños han tenido que refugiarse en escuelas cerradas a lo largo de la frontera, mientras los ejércitos siguen intercambiando disparos en torno a los templos que han avivado el conflicto.
La intervención de mediadores internacionales como Estados Unidos, Malasia y China logró una tregua temporal en julio, pero ahora la violencia ha vuelto a estallar con fuerza, poniendo en riesgo la estabilidad de toda la región.












