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Comunidad internacional intensifica presión sobre régimen de Maduro en Venezuela

Comunidad internacional intensifica presión sobre régimen de Maduro en Venezuela

La crisis venezolana ha dejado de ser un simple diferendo ideológico para convertirse en un problema de seguridad hemisférica y desarticulación ética, según expertos. Como profesionales formados en la construcción y el diseño de estructuras, saben que ningún edificio puede sostenerse si sus cimientos están corroídos. Hoy, el cimiento de la tiranía que usurpa el poder en Caracas no es la voluntad popular, sino una red compleja de economías ilícitas que requiere una intervención quirúrgica y sostenida por parte de la comunidad internacional.

En este contexto, la persistencia de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos de América en la intercepción del tráfico de drogas se considera una necesidad imperiosa para el pueblo venezolano. El denominado Cartel de los Soles ha transformado el territorio nacional en un puente logístico para el crimen organizado, desnaturalizando la función constitucional de las instituciones armadas. La presencia de activos navales y aéreos en el Caribe no debe verse como una injerencia, sino como un acto de saneamiento regional. Cada gramo de estupefacientes interceptado es un ladrillo menos en la muralla de impunidad que protege a la tiranía.

De igual manera, la vigilancia sobre el flujo marítimo es vital. La confiscación de buques petroleros, provenientes de naciones aliadas a la estructura de Nicolás Maduro, es una medida de justicia económica. Estos navíos, que ingresan a puertos venezolanos irrespetando abiertamente las sanciones de Estados Unidos, la Unión Europea y el mundo occidental, no traen bienestar al ciudadano; traen el oxígeno financiero necesario para perpetuar el secuestro de la nación. El respeto a las sanciones es el respeto a la ley internacional como herramienta para asfixiar la logística criminal que sostiene al régimen.

Sin embargo, la presión externa sería estéril sin una estructura política interna sólida. En este diseño de libertad, el rol de María Corina Machado ha sido fundamental. Su liderazgo ha logrado amalgamar la esperanza de un pueblo que parecía agotado, dotándolo de una dirección ética inquebrantable. Ella ha entendido que la lucha no es solo electoral, sino espiritual y de principios.

Esta fuerza interna se ve complementada por el trabajo incansable de líderes en el exilio. Figuras como Leopoldo López, Antonio Ledezma, David Smolansky y Rafael Veloz García, entre tantos otros, representan la voz de la resistencia política y profesional que, desde afuera, prepara los planos para la reconstrucción del país. Su labor de incidencia internacional y su compromiso con la justicia transicional son los pilares sobre los que se edificará la nueva institucionalidad. Especial mención merece la labor de articulación que estos líderes realizan para que el mundo no olvide que Venezuela es una nación bajo asedio de una organización terrorista.

El punto de inflexión definitivo ocurrió el pasado 28 de julio de 2024, cuando el pueblo venezolano otorgó una victoria incuestionable a Edmundo González Urrutia. Su rol protagónico, como presidente electo por la voluntad soberana, representa el plano maestro de la transición. González Urrutia no es solo un candidato que venció en las urnas; es el depositario de la legitimidad democrática que el régimen intenta ocultar bajo el uso de la fuerza bruta.

Para concluir, es necesario dirigir un mensaje de serenidad a la ciudadanía. La reconstrucción de una nación no se logra con la inmediatez de lo efímero, sino con la paciencia estratégica de quien sabe que los tiempos de la justicia suelen ser distintos a los de la urgencia. El pueblo venezolano debe mantener la templanza y el apoyo decidido a las acciones que están por venir. Estamos frente a una organización criminal con tilde de terrorista, no ante un actor político tradicional. Por ello, la erradicación de este sistema requiere precisión, unidad y, sobre todo, la convicción de que el secuestro de Venezuela tiene una fecha de caducidad escrita por la voluntad de sus ciudadanos y el respaldo de las democracias del mundo.

La estructura del mal se está resquebrajando. Nos corresponde a nosotros, dentro y fuera del territorio venezolano, con paciencia y firmeza, estar listos para levantar sobre sus ruinas la Venezuela que siempre debimos ser.

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