El sistema educativo panameño enfrentó en 2025 tanto avances como profundas dificultades, revelando obstáculos estructurales que persisten en este sector fundamental. Si bien se reportaron algunos progresos, como la reducción de escuelas y aulas "rancho", los rezagos siguen siendo enormes, con más del 40% de los colegios evaluados sin poder iniciar clases por deficiencias graves.
La pandemia, huelgas y otros factores adversos han golpeado fuertemente a la educación en Panamá, según reconoció el director general de Educación, Edwin Gordón. Esto se refleja en las altas cifras de reprobación, que han llevado a la implementación obligatoria del Programa de Recuperación Académica Estudiantil (PRAE) para estudiantes que reprueben hasta tres materias.
Más allá de las dificultades coyunturales, el informe de la organización Jóvenes Unidos por la Educación (JUxlaE) reveló una realidad de desigualdad sistémica en el sistema educativo. Más de 70,000 estudiantes se ven afectados por problemas como baños deteriorados y espacios inadecuados en casi la mitad de los colegios evaluados.
Quizás el caso más dramático es el de la comarca Ng be-Buglé, donde en los últimos 20 años entre 55 y 70 estudiantes han perdido la vida al cruzar ríos para asistir a clases. Este escenario exige que el sistema educativo garantice no solo el acceso a la educación, sino también la seguridad de los estudiantes.
Para 2026, el Ministerio de Educación (Meduca) tendrá un presupuesto asignado de 3,745.7 millones de dólares, aunque se advierte que no todo este dinero está disponible. Del total, 1,605 millones se destinarán a inversión, incluyendo 361 millones para 83 proyectos de infraestructura educativa.
Además de la inversión en infraestructura, es crucial fortalecer el rol de los docentes, quienes deben ser vistos no solo como transmisores de contenidos, sino como guías y mentores comprometidos con la transformación social. El Meduca reporta que más de 35,000 docentes han sido capacitados en áreas tecnológicas, pedagógicas y socioemocionales.
El próximo año representa una oportunidad para que la educación panameña dé un verdadero renacimiento, avanzando hacia una educación más equitativa, donde la seguridad y el bienestar de los estudiantes estén garantizados, y donde existan oportunidades reales para construir un mejor futuro. El éxito de este desafío dependerá del compromiso, la inversión efectiva y la justicia social que se apliquen al sistema educativo.
