En una emotiva ceremonia en el Palacio Nacional de la Cultura, el presidente de Guatemala conmemoró el fin del conflicto armado interno que azotó al país durante casi cuatro décadas. En su discurso, el mandatario hizo un llamado a aprender del doloroso pasado y a trabajar por un país más justo y feliz, defendiendo la democracia que tanto costó construir.
El presidente describió que ese día se puso fin a uno de los capítulos más dolorosos de la historia guatemalteca. Recordó que desde entonces, muchas personas han venido a este mismo patio para depositar una rosa blanca en señal de homenaje a las víctimas. Un gesto ritual que, según el mandatario, nos invita a sanar, a hacer memoria, a no repetir los errores del pasado y a reconocer que somos capaces de cambiar las cosas cuando dialogamos y pensamos juntos en el país que nos merecemos.
La ceremonia fue propicia para reflexionar sobre lo que significó la guerra (1960-1996) en el territorio guatemalteco. Un enfrentamiento de casi cuatro décadas que desató terribles olas de violencia cruel e injustificada, que destruyó tantas vidas y dejó cicatrices tan profundas en miles de familias y comunidades, remarcó el presidente.
No es fácil para una sociedad lidiar con tal trauma, pero el trabajo de muchas personas y colectivos es fundamental para que puedan volver a ver ese pasado con pruebas concretas que los acerquen a la verdad y a la justicia, enfatizó el mandatario. En ese sentido, destacó el riguroso trabajo de la Fundación de Antropología Forense por sus aportes a la búsqueda de la verdad y la justicia.
El presidente también calificó de importante reconocer que la sociedad guatemalteca tiene una inmensa capacidad de resiliencia. "Nos falta mucho, muchísimo por hacer, pero aún en los momentos más oscuros hemos podido encontrar la luz que ilumina con optimismo nuestro futuro", admitió.
Asimismo, resaltó que el hecho de convivir en paz, de gobernarse no por medio de la violencia, sino por la discusión de ideas y acceder al gobierno a través de elecciones libres y no por medio de las armas, era algo que en aquella Guatemala del terror y la violencia muchos veían como imposible.
Sin embargo, acotó, a pesar de todo, están aquí defendiendo una democracia que puede y debe perfeccionarse, construyendo la paz todos los días para que nadie pueda conducirlos de nuevo al silencio y a la violencia de Estado.
El presidente instó a aprender del pasado y aspirar a un país más justo y más feliz. "Asumamos con valentía la responsabilidad de conducir a la nación en paz hacia el bienestar", aseveró.
Finalmente, el mandatario recordó que el 2026 será crucial, "en el que se definirá el futuro de algunas de las instituciones clave para nuestra democracia y debemos enfrentarlo con la plena certeza de que ese futuro está en nuestras manos".












