El pasado fin de semana, un trágico accidente sacudió a México cuando el Tren Interoceánico que recorría la Línea Z del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec se descarriló en Oaxaca, dejando un saldo de al menos 13 personas muertas y decenas de heridos.
Las imágenes y videos compartidos en redes sociales muestran escenas desgarradoras de pasajeros atrapados entre los vagones dañados, gritando y pidiendo auxilio mientras intentaban ponerse a salvo. Algunos de ellos presentaban visibles lesiones, lo que evidencia la violencia del accidente.
Según los reportes, los pasajeros se organizaron rápidamente para brindar apoyo a los heridos y esperar la llegada de los equipos de emergencia, que fueron activados de inmediato por la Secretaría de Marina. Las autoridades federales confirmaron el despliegue de personal de rescate, ambulancias terrestres y aéreas, así como la coordinación con las autoridades estatales y municipales para atender a las víctimas y asegurar la zona.
El gobierno federal ha informado que ya se inició una investigación para determinar las causas del descarrilamiento y deslindar responsabilidades. Mientras tanto, continúan las labores de atención a los pasajeros afectados y a las familias de las personas fallecidas.
Este trágico accidente ha puesto en evidencia la importancia de la seguridad en el transporte ferroviario, especialmente en proyectos estratégicos como el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec. Las autoridades deberán actuar con celeridad y transparencia para esclarecer los hechos y garantizar que este tipo de incidentes no vuelvan a ocurrir.
La comunidad mexicana se encuentra conmocionada por esta tragedia y expresa sus condolencias a las familias de las víctimas. Es un momento de luto y reflexión sobre la necesidad de fortalecer los sistemas de transporte y seguridad en el país.
