Naila Fonseca Beltrán, una joven madre de 24 años en Santiago de Cuba, se enfrenta a una dura batalla para cuidar de su hijo Reinier Alian, quien sufrió un grave infarto cerebral a los 18 meses de edad. Desde entonces, la vida de esta familia cambió drásticamente, enfrentando una serie de obstáculos y carencias en el sistema de salud cubano.
Reinier Alian, ahora de 3 años, requiere cuidados especiales y atención médica constante. Tras ser internado en varios hospitales de La Habana, logró sobrevivir milagrosamente, pero quedó con secuelas que lo dejaron dependiente de oxígeno y sondas de alimentación.
La madre, Naila, se ha convertido en la enfermera a tiempo completo de su hijo, ya que el sistema de salud no le brinda el apoyo necesario. Con una pensión de apenas 3.700 pesos al mes, debe cubrir los medicamentos, materiales y terapias que Reinier Alian requiere, lo cual se ha convertido en una lucha diaria.
Naila denuncia que los niños con parálisis cerebral "son tratados como estorbos" en el sistema de salud cubano. Relata cómo en una emergencia, la ambulancia tardó 8 horas en llegar, y cómo le niegan insumos básicos como oxígeno, sondas y medicamentos, obligándola a recurrir al mercado negro para conseguirlos.
Además, lamenta que Reinier Alian no recibe la fisioterapia que necesita, ya que nadie va a su casa a atenderlo, y ella misma debe buscar tutoriales en internet para intentar ayudarlo. El esfuerzo físico de cuidar a su hijo ha provocado que Naila desarrolle una escoliosis grave.
A pesar de todo, Naila se ha convertido en una activista en redes sociales, compartiendo su historia y la de otras madres en situaciones similares, denunciando el abandono y la falta de apoyo del Estado cubano hacia los niños con discapacidad. Su lucha es un reflejo del drama que viven miles de familias en la isla, que deben enfrentar solas las consecuencias de un sistema de salud colapsado.
