La naturaleza de las autocracias: Cuando el poder se vuelve veneno para el pueblo
La historia del alacrán y la nutria es una metáfora cruda pero acertada de cómo funcionan las autocracias. Un gobernante autócrata, como el alacrán, actúa por instinto, sin considerar las consecuencias de sus actos para el pueblo. Así lo demuestra un análisis de las políticas fallidas implementadas en los últimos años.
Despidos masivos, contratos colectivos ignorados, embargos, pérdida de viviendas y depresión severa son algunos de los sufrimientos que han padecido ciudadanos honestos y responsables, víctimas de la "naturaleza" de un gobernante que prioriza sus propios intereses sobre el bienestar de la población.
Casos como la reforma agraria, el SITRAMSS o la Ley Bitcoin muestran cómo las políticas públicas fracasan cuando no se planifican adecuadamente ni se prepara a la gente para los cambios. En su afán de control y poder, los autócratas pasan por alto las necesidades reales de los ciudadanos comunes, como los vendedores ambulantes a quienes se les quita violentamente su mercadería.
Al igual que el alacrán que se ahogó junto a la nutria, los gobernantes autocráticos terminan destruyéndose a sí mismos. Sus políticas dañinas, lejos de beneficiar al pueblo, solo generan sufrimiento y terminarán por hundirlos. La historia se repite: cuando el centro de las políticas públicas no es la persona, el fracaso está asegurado.











