El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha sido uno de los grandes protagonistas de la política internacional durante el año 2025. Desde su investidura el 20 de enero, el mandatario republicano ha centrado gran parte de sus esfuerzos en mediar en los principales conflictos armados que han desestabilizado la geopolítica mundial.
Desplegando su peculiar "arte de la negociación" como empresario de éxito, Trump ha intentado impulsar acuerdos de paz en Ucrania y Oriente Medio, combinando coacciones, amenazas, lisonjas y concesiones hacia sus interlocutores. Si bien ha logrado cierto éxito en apaciguar el conflicto entre Israel y Hamás, sus esfuerzos diplomáticos apenas han conseguido avances en Ucrania, donde la guerra sigue enquistada.
En el caso de Ucrania, Trump ha ofrecido a Putin importantes concesiones territoriales a cambio de pequeñas renuncias, pero no ha logrado convencer al líder del Kremlin para que detenga la guerra o acepte una tregua temporal. Ante la falta de avances, el presidente estadounidense también ha probado con inesperados giros de guion, como amenazar a Putin con más sanciones o rearmar a Ucrania, sin éxito.
Mientras tanto, en Venezuela, Trump ha intensificado la presión sobre el régimen de Nicolás Maduro, llevando a cabo el mayor despliegue naval de Estados Unidos en el Caribe desde la guerra del Golfo, bajo el argumento de frenar el narcotráfico. Estas acciones han escalado la tensión, con incautaciones de petroleros venezolanos y advertencias de posibles ataques terrestres, si bien una invasión militar parece remota por ahora.
A pesar de haberse postulado como un "hombre de paz" que prometió poner fin a los conflictos bélicos, Trump ha tenido resultados dispares en sus esfuerzos diplomáticos. Mientras ha logrado cierto éxito en Gaza, sus intentos de mediar en Ucrania y Venezuela no han dado los frutos esperados, dejando un balance agridulce de su actuación en la política internacional durante este año.
