Mario Alonso Puig, cirujano y experto en desarrollo personal, comparte una lista de ocho frases que los padres nunca deberían decir a sus hijos adultos, incluso si son ciertas, ya que pueden ser dañinas para la relación y el crecimiento personal de los hijos.
Según Puig, la primera frase prohibida es el clásico "te lo dije" cuando los hijos enfrentan un fracaso o error. Esto, dice, demuestra más preocupación por tener razón que por ayudar al hijo a levantarse. En su lugar, sugiere responder con empatía: "Todos hemos estado ahí, ¿en qué puedo apoyarte ahora?".
La segunda frase vedada es "En mis tiempos esto no pasaba", ya que invalida la realidad actual de los hijos y sus desafíos únicos. Puig recomienda en su lugar preguntar: "¿Qué puedo aprender del mundo de mi hijo? ¿Qué sabiduría nueva está emergiendo de sus desafíos?".
Otra frase devastadora es comparar a un hijo con su hermano o con los hijos de otros. Esto, dice, siembra resentimiento donde debería haber autodescubrimiento, ya que cada persona tiene su singularidad. La virtud, según la filosofía estoica que Puig sigue, se mide desarrollando el propio carácter, no comparándose.
Tampoco se debe decir "a tu edad, yo ya tenía...", pues esto implica imponer un cronograma vital externo y destruye la autoestima y confianza del hijo. Cada persona tiene su propio ritmo de crecimiento.
Asimismo, Puig advierte que no se deben verbalizar los sacrificios pasados como "arma emocional", pues eso convierte el amor en una deuda. En su lugar, sugiere decir: "Trabajé muy duro para darte oportunidades y me siento orgulloso de lo que logramos juntos".
Otra frase prohibida es decirle al hijo que su pareja "no le conviene", pues eso implica asumir que se conoce mejor que él lo que necesita para su crecimiento. El silencio es mejor, a menos que haya violencia o adicciones serias.
También se debe evitar decir que el hijo "nunca va a cambiar", pues eso niega su capacidad infinita de transformación, algo fundamental en la filosofía estoica. En su lugar, se debe expresar fe en su capacidad de cambio.
Por último, Puig destaca que minimizar los problemas de salud mental del hijo es "quizás la más peligrosa de todas las verdades", pues les enseña que pedir ayuda es signo de debilidad. En su lugar, se debe ofrecer apoyo y validar su experiencia.
En resumen, Puig enfatiza que ser padre de un hijo adulto implica confiar en que sus herramientas están ahí, incluso cuando no se puedan ver claramente. Se trata de acompañar, apoyar y liberar, no de controlar.












