La minería y la agroindustria son los dos sectores clave que sostienen y orientan el crecimiento económico del Perú, según un análisis realizado por Martín Mayandía, socio de Petra Legal. Ambos sectores generan empleo, divisas y permiten aprovechar las ventajas naturales del país, pero su potencial continúa subaprovechado debido a problemas políticos e institucionales.
La minería aporta entre 10% y 12% del PBI peruano, más del 60% de las exportaciones y alrededor del 15% de la recaudación tributaria. Es la principal fuente de divisas, estabiliza el tipo de cambio y financia infraestructura, salud y educación en regiones rezagadas. Proyectos mineros como Las Bambas, Antamina, Quellaveco o Cerro Verde han impulsado ciclos de expansión económica con inversiones superiores a US$ 60,000 millones.
Más allá del empleo directo, la minería genera más de un millón de puestos indirectos y ha impulsado el surgimiento de proveedores nacionales de alto nivel tecnológico. Además, es un potente catalizador de infraestructura vial, energética y urbana. El reto es transformar la renta minera en conocimiento, innovación y desarrollo territorial sostenible.
Por su parte, la agroindustria es el principal instrumento de inclusión productiva y generación de empleo masivo. En menos de 25 años, sus exportaciones crecieron de US$ 400 millones a más de US$ 10,000 millones anuales. Es intensiva en mano de obra y ha posicionado al Perú como líder mundial en productos como arándanos, espárragos y quinua.
La expansión de la agroindustria depende críticamente de las grandes irrigaciones. Proyectos como Chavimochic III, Majes Siguas II, Alto Piura o Chinecas podrían incorporar más de 200,000 hectáreas y generar cientos de miles de empleos formales. Cada dólar invertido en infraestructura hídrica tiene alta rentabilidad social y dinamiza economías regionales.
El desafío es destrabar proyectos postergados, asegurar estabilidad jurídica, mejorar la gestión del agua y diseñar un régimen laboral equilibrado. La agroindustria es un instrumento central de cohesión social, descentralización económica y creación de oportunidades sostenibles en territorios históricamente excluidos.
La minería sostiene la estabilidad macroeconómica; la agroindustria distribuye el crecimiento. Juntas conforman el binomio estratégico del desarrollo peruano. La tarea pendiente es garantizar seguridad, adoptar decisiones firmes y construir una visión de largo plazo que alinee inversión, productividad y bienestar social bajo un marco institucional predecible y moderno.











