Las fiestas de fin de año son una época llena de tradiciones y rituales que se repiten año tras año. Uno de los símbolos más icónicos de la Navidad es, sin duda, el árbol decorado que se coloca en los hogares. Sin embargo, ¿cuándo es el momento adecuado para retirarlo?
Existe una práctica muy extendida de guardar el árbol el 8 de enero, exactamente un mes después de haberlo armado. Esta opción mantiene la lógica del calendario litúrgico y coincide con los 30 días posteriores al Día de la Inmaculada Concepción.
Por otro lado, también es común que las familias opten por retirar el árbol justo después de Año Nuevo. Ambas alternativas conviven sin conflicto y dependen, en gran parte, de las tradiciones familiares, la organización del hogar o simplemente las ganas de extender un poco más el clima festivo.
Más allá de la fecha elegida, el arbolito ocupa un lugar central durante todo el período de fiestas. Es el punto de reunión para el brindis de Año Nuevo, el espacio donde se colocan los regalos de Papá Noel y, en muchos casos, comparte protagonismo con el pesebre.
Su permanencia hasta Reyes está directamente ligada al relato bíblico de la Epifanía. Según el Evangelio de San Mateo, los Reyes Magos ofrecieron oro, incienso y mirra al Niño Jesús, reconociéndolo como el "Rey de Reyes". Ese acto simboliza la revelación divina y le da sentido al cierre de la Navidad.
Más allá de las fechas, lo importante es que el árbol de Navidad pueda ser disfrutado por las familias durante el tiempo que consideren apropiado. Algunas lo mantienen hasta el Día de Reyes, otras lo retiran después de Año Nuevo. Lo fundamental es que esta tradición siga viva y acompañe los momentos más especiales de las fiestas.












