Camboya y Tailandia han mantenido encuentros recientes en la frontera entre ambos países, buscando mecanismos concretos para poner fin a los enfrentamientos que han marcado su relación bilateral en las últimas semanas. Las conversaciones, que se extenderán por varios días, buscan superar las dificultades surgidas por las diferencias en torno a la elección de un lugar "neutral" para las negociaciones, un punto de tensión debido a los combates registrados en la zona.
El primer ministro camboyano, Hun Manet, reiteró el "firme compromiso" de su país con el Acuerdo de Paz alcanzado a finales de octubre con Tailandia, en una conversación telefónica con el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio. Manet comunicó que Camboya respeta y mantiene el espíritu de la Declaración Conjunta de Kuala Lumpur, firmada bajo los auspicios del presidente estadounidense Donald Trump durante la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).
Según Manet, Nom Pen persiste en su política de resolver todos los problemas fronterizos únicamente por vías pacíficas y conforme a lo acordado en Malasia. Esta posición incluye la meta de "resolver el conflicto" y construir una "paz duradera" con Bangkok.
Por su parte, Rubio destacó la intención de Washington de trabajar activamente para contribuir a establecer una "paz sostenible" entre los dos vecinos, y reiteró la disposición de su país de facilitar el diálogo y las iniciativas orientadas a mantener la estabilidad en la región. Rubio también expresó su preocupación por la violencia que ha surgido en la frontera durante el último mes, y llamó a la pronta y plena implementación del acuerdo adoptado en Malasia.
Las tensiones entre Camboya y Tailandia alcanzaron niveles críticos en julio, desembocando en hostilidades armadas que dejaron un saldo trágico de alrededor de cincuenta víctimas mortales y provocaron el desplazamiento de cientos de miles de personas. El acuerdo de paz alcanzado a finales de octubre en Kuala Lumpur marcó el inicio de un período de relativa calma, aunque la frontera sigue sujeta a episodios de tensión y cruce de acusaciones mutuas.
En el plano diplomático, diversas reuniones bilaterales han buscado una normalización de la situación y la prevención de nuevos brotes de violencia, pero continúan existiendo obstáculos vinculados a las percepciones sobre la neutralidad de los lugares de encuentro y a la desconfianza generada por los recientes incidentes armados.
Tanto Camboya como Tailandia han realizado múltiples señalamientos sobre supuestas provocaciones en la zona fronteriza, lo cual ha dificultado la consolidación de la tregua y ha elevado el riesgo de nuevas confrontaciones. El acuerdo alcanzado en Malasia incluye compromisos bilaterales para reducir la presencia militar en la frontera, intensificar los mecanismos de comunicación y reforzar la cooperación en materia de seguridad regional.
El seguimiento de estos compromisos se presenta como un desafío recurrente, en un contexto donde los intereses territoriales y la memoria reciente de los enfrentamientos dificultan la implementación efectiva de los acuerdos. Sin embargo, las autoridades de ambos países mantienen un intercambio constante a través de canales diplomáticos y de seguridad, con el respaldo de actores internacionales como Estados Unidos.
En suma, la crisis fronteriza entre Camboya y Tailandia continúa generando preocupación en el sudeste asiático y entre socios internacionales, con esfuerzos dirigidos a trasladar el diálogo de crisis a un proceso de normalización respaldado por la comunidad regional y actores globales. Las próximas jornadas de diálogo en la frontera de Chanthaburi serán determinantes para evaluar la viabilidad de la paz negociada y la estabilidad en la zona.











