Perú se encamina a unas elecciones presidenciales en 2026 con un número récord de candidatos, más de 30, en medio de una profunda crisis institucional que ha llevado al país a tener siete mandatarios en una década.
La avalancha de aspirantes a la presidencia se produce solo dos meses después de que el Congreso destituyera a la presidenta Dina Boluarte, generando una situación de inestabilidad política que refleja el malestar de la población.
Esta proliferación de candidatos es un claro indicador de la fragmentación y polarización que atraviesa el sistema político peruano. Cada partido o agrupación busca posicionar a su propio representante, sin que exista una clara alternativa de liderazgo que logre aglutinar a la mayoría de los electores.
La crisis institucional que vive Perú se remonta a la destitución del expresidente Pedro Castillo en diciembre de 2022, lo que desencadenó una ola de protestas y enfrentamientos entre la población y las fuerzas de seguridad. Boluarte, quien asumió la presidencia tras la destitución de Castillo, no ha logrado estabilizar la situación y ha sido cuestionada por su manejo de la crisis.
En este contexto, la proliferación de candidatos presidenciales refleja la búsqueda de nuevos liderazgos y la necesidad de la población de encontrar soluciones a los problemas que aquejan al país. Sin embargo, la fragmentación política y la falta de propuestas concretas por parte de los aspirantes podrían dificultar la consolidación de un proyecto político coherente y capaz de sacar a Perú de la crisis.
Los analistas políticos advierten que esta situación podría derivar en una mayor inestabilidad y polarización, lo que podría tener graves consecuencias para la gobernabilidad y el desarrollo del país. Es fundamental que los actores políticos y la sociedad civil trabajen en conjunto para encontrar soluciones duraderas que permitan superar la crisis y reconstruir la confianza de los ciudadanos en sus instituciones.










