Las fiestas de fin de año suelen estar marcadas por la tradicional explosión de petardos y fuegos artificiales. Sin embargo, esta práctica tan normalizada y esperada representa un peligro real para la salud auditiva, especialmente de grupos vulnerables como niños, adultos mayores y personas con discapacidad.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca de 1.000 millones de jóvenes corren riesgo de daño auditivo permanente debido a hábitos de escucha inseguros. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) también advierten que la exposición a ruidos intensos, como los producidos por la pirotecnia, es una de las principales causas de pérdida de audición.
El ruido de la pirotecnia se considera un "ruido impulsivo", es decir, un sonido de muy alta intensidad que ocurre de manera súbita y en un tiempo extremadamente corto. Esto lo diferencia de la música alta o un recital, donde el sonido es continuo y, aunque intenso, el oído tiene cierto margen para activar mecanismos de protección. En el caso de los petardos o fuegos artificiales, el pico de presión sonora es tan abrupto que esos mecanismos no llegan a actuar a tiempo.
Las consecuencias de la exposición a este tipo de ruido pueden ser graves, incluyendo pérdida temporal o permanente de la audición, zumbidos o tinnitus, perforación de la membrana del tímpano, sangrado de oído, dolor o molestias auditivas, e incluso alteraciones del equilibrio.
Además, este impacto no se limita solo a los seres humanos, sino que también afecta a los animales domésticos y salvajes, que tienen un aparato auditivo muy desarrollado.
Ante esta situación, los expertos recomiendan evitar en lo posible el uso de pirotecnia, utilizar protectores auditivos cuando sea inevitable, y mantener distancia y alejarse del ruido. Es importante concientizar sobre los peligros ocultos detrás de esta tradición navideña para poder disfrutar de las fiestas de manera segura y responsable.
