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Estados Unidos resucita la Doctrina Monroe y la región calla ante el "Corolario Trump

Estados Unidos resucita la Doctrina Monroe y la región calla ante el "Corolario Trump

La Estrategia de Seguridad Nacional (NSS) de Estados Unidos para 2025 ha resucitado oficialmente un espectro de dos siglos de antig edad que estableció la hegemonía de Washington en el hemisferio: la Doctrina Monroe. Al alegar un nuevo "Corolario Trump" a dicha doctrina, Washington ha girado hacia la política hemisférica más asertiva desde la Guerra Fría. Tal como lee el documento: "Tras años de negligencia, Estados Unidos reafirmará y hará cumplir la Doctrina Monroe para restaurar la preeminencia estadounidense en el Hemisferio Occidental".

Esta nueva política ya ha comenzado a implementarse. Desde agosto, Estados Unidos ha acumulado el mayor despliegue militar en la región desde la Crisis de los Misiles en Cuba en 1962. Trump ha instrumentalizado estas fuerzas de diversas formas: desde ataques letales con drones contra presuntos narcotraficantes en el Caribe, hasta la aprobación de operaciones de la CIA en Venezuela dirigidas contra la dictadura de Nicolás Maduro, y más recientemente, la orden de un "bloqueo naval" contra buques sancionados. Incluso ha intervenido directamente en procesos electorales, como en las elecciones legislativas de octubre en Argentina, donde condicionó un masivo paquete de ayuda financiera a la victoria del partido del presidente Milei.

Lo más notable, sin embargo, no es lo que se ve o escucha, sino lo que las naciones de América Latina y el Caribe no han dicho ni hecho. A diferencia de épocas anteriores, cuando tales actos de injerencia estadounidense habrían desatado una condena regional masiva y un frente colectivo para disuadir al "imperio norteamericano", ahora impera un silencio sobrecogedor: una aquiescencia ante el retorno de una doctrina intervencionista que la región juró alguna vez haber sepultado para siempre.

La Organización de Estados Americanos (OEA) no ha convocado ni una sola sesión especial para abordar el masivo despliegue de tropas estadounidenses en el Caribe. Incluso la CELAC, la organización regional antiestadounidense, ha fracasado en producir una condena colectiva y explícita. Países tradicionalmente defensores del proyecto bolivariano, como Trinidad y Tobago y la República Dominicana, han sido los aliados más pro-estadounidenses, albergando tropas, ejercicios de entrenamiento e incluso un satélite militar.

Los gobiernos de izquierda en las potencias clave de la región, México y Brasil, han optado por una postura moderada de "esperar y ver", evitando la confrontación directa con Washington. Sobre la intervención de Trump en las elecciones de Honduras, su respuesta ha sido aún más tibia: se han limitado a "tomar nota" de la situación y recitar clichés estándar sobre la no intervención, pero han evitado señalar cualquier medida proactiva para disuadir la injerencia estadounidense.

En conclusión, a pesar de la retórica grandilocuente que históricamente ha caracterizado a los líderes latinoamericanos y caribeños sobre el principio sacrosanto de la no intervención, la respuesta actual ante el intervencionista "Corolario Trump" a la Doctrina Monroe es de una estruendosa aquiescencia. Las instituciones clave y los líderes tradicionalmente vocales de la región han sido efectivamente silenciados ante una política exterior estadounidense tan asertiva como carente de lamentos. Este silencio conspicuo y estos términos moderados representan, en efecto, una victoria para una política estadounidense que, durante demasiado tiempo, descuidó su propia esfera de influencia.

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