La princesa de Gales, Kate Middleton, generó tensiones internas en la Familia Real tras usar la tiara más grande del joyero británico en un evento oficial. La situación, de acuerdo con el sitio RadarOnline.com, provocó molestia en la reina Camilla, quien interpretó el gesto como una señal de poder dentro de la monarquía.
El episodio ocurrió durante el banquete de Estado del 3 de diciembre, realizado en el Castillo de Windsor en honor al presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier. En esa ocasión, Kate lució la Tiara Oriental Circlet, una joya histórica encargada por el príncipe Albert para la reina Victoria en 1853.
La pieza destaca por su diseño imponente y por estar decorada con aproximadamente 2.600 diamantes y rubíes. Según el medio citado, la elección no resultó bien recibida por la reina Camilla, quien percibió el uso de la tiara como una demostración audaz de autoridad por parte de Kate y el príncipe William.
Fuentes cercanas a la Familia Real indicaron que Camilla consideró que el gesto formó parte de una serie de acciones con las que la pareja reforzó su presencia dentro de la institución, asumiendo un protagonismo excesivo en eventos de alto perfil. La reina habría visto esta actitud como inapropiada en el actual equilibrio de poder.
La aparición con la tiara coincidió con una semana clave para Kate Middleton, marcada por varios compromisos de alto impacto, como el concierto anual Together at Christmas, celebrado el 5 de diciembre en la Abadía de Westminster, donde la princesa volvió a ocupar el centro de atención.
Este aumento de responsabilidades de la princesa de Gales respondió a una reconfiguración interna de funciones dentro de la monarquía, en la que el rey Carlos III, de 77 años, le ha otorgado a Kate y al príncipe William una autoridad histórica. Durante este año, el monarca les concedió la facultad de emitir Alvarás Reales, un privilegio que Kate ejerció como la primera princesa de Gales en más de 115 años en contar con ese poder.
Según los informes, este nuevo escenario ha fortalecido la posición del matrimonio dentro de la estructura real y, en consecuencia, ha obligado a la reina Camilla a enfrentar una sucesión que se percibe cada vez más cercana.
