En un debate sobre educación, el experto Santiago Ávila Villa defendió la suspensión de alumnos como una herramienta válida y necesaria para el aprendizaje. Según Ávila Villa, la suspensión o reprobación de un examen no debe verse como un castigo, sino como una oportunidad para que el estudiante mejore sus conocimientos y habilidades.
"Claro que no, casi nadie lo dice, pero muchas veces es justo y necesario. Vivimos en un entorno donde todo tiene que ser positivo, donde suspender parece impensable, pero, como explica la ventana de Overton, cuando algo se vuelve impensable dejamos de hablar de ello y eso daña el aprendizaje", afirmó Ávila Villa.
El experto en liderazgo humanista explicó que la suspensión no se trata de castigar, sino de enseñar, fomentar el esfuerzo y la responsabilidad. "Dar un suspenso cuando corresponde es dar feedback real, aunque duela y si duele, pero también motiva a mejorar. Si eliminamos la posibilidad de suspender, bajamos la exigencia, el estudiante deja de esforzarse y el aprendizaje pierde valor", señaló.
Ávila Villa argumentó que la exigencia no es enemiga del afecto, sino una herramienta esencial para el crecimiento personal. "Un suspenso bien dado es un acto de respeto y honestidad educativa. Es decir: 'Te digo la verdad porque creo en tu capacidad de mejorar'. La exigencia no es enemiga del afecto; es hija de una herramienta esencial para el crecimiento personal. Suspender a un alumno cuando es necesario no es un fracaso; es un paso hacia el éxito", afirmó.
El experto también cuestionó la idea de que las evaluaciones traumatizan a los estudiantes y que, para evitar la repitencia y deserción, todos deben aprobar, incluso sin tener los conocimientos necesarios. "Sostener que los exámenes traumatizan a los estudiantes es tan absurdo como argumentar que, para evitar la repitencia y deserción, todos tienen que aprobar el año, así no tengan los conocimientos necesarios", señaló.
Ávila Villa considera que el problema surge cuando los centros educativos renuncian a la exigencia, generando entornos donde el aprendizaje pierde sentido y la formación ética se diluye. Según el experto, sin el acompañamiento de las familias y sin una cultura de responsabilidad, la sociedad deriva hacia la improvisación y la mediocridad.
En conclusión, el experto en liderazgo humanista defendió la suspensión de alumnos como una herramienta necesaria y respetuosa para el aprendizaje, que no debe verse como un fracaso, sino como una oportunidad para que los estudiantes mejoren sus conocimientos y habilidades.










