Panamá, un país que destina alrededor del 21% de su gasto público a la salud, se encuentra en un momento clave para reordenar su sistema sanitario y recuperar los principios de su exitoso modelo de salud comunitaria de los años 70. Pese a la elevada inversión, los resultados en indicadores clave como mortalidad infantil y materna son significativamente inferiores a los de países con niveles de gasto similares, como Chile y Costa Rica.
La paradoja radica en que Panamá ya contó en el pasado con un enfoque integrado de financiamiento público, provisión estatal y participación comunitaria, que le permitió avances rápidos en cobertura, control de enfermedades y reducción de brechas básicas, todo ello en un contexto de recursos más limitados que los actuales.
Sin embargo, la posterior fragmentación entre el Ministerio de Salud (Minsa) y la Caja de Seguro Social (CSS), con duplicación de redes, infraestructura y sistemas de información, erosionó progresivamente esa lógica fundacional. Hoy, dos instituciones públicas financian y prestan servicios de salud de manera paralela, con escasa articulación efectiva, itinerarios de atención fragmentados y costos administrativos redundantes.
Según estimaciones, si los fondos públicos y la prestación de servicios se gestionaran de forma mancomunada, el ahorro potencial en gastos administrativos duplicados podría alcanzar unos 500 millones de balboas anuales. Una suma suficiente para construir un hospital oncológico cada año, sin aumentar impuestos ni contribuciones.
La Comisión de Integración de los Servicios Públicos de Salud, creada recientemente, tiene ahora la responsabilidad histórica de reordenar el sistema en torno a un modelo común, fortalecer la atención primaria, reducir duplicidades y orientar los recursos hacia mayor impacto, equidad y legitimidad social. Todo ello, con base en una experiencia nacional exitosa que fue, en su momento, un modelo a emular para América Latina.
"La lección clave para Panamá es interna: el país ya contó con un modelo que integraba financiamiento público, provisión estatal y participación comunitaria", afirma el médico salubrista, autor del análisis. "Nada nos impide volver a serlo".












