Lucas Alario, el delantero de 33 años que parecía haber quedado relegado en Estudiantes, volvió a ser la figura del equipo al anotar un doblete que le dio la victoria a su equipo en la final del Trofeo de Campeones. Después de un largo sequía goleadora, el atacante nacido en Tostado, Santa Fe, se reivindicó en el momento justo, escribiendo una nueva página dorada en la historia del Pincha.
Alario, quien hizo todo su recorrido formativo en Colón de Santa Fe antes de dar el salto a River Plate y luego al fútbol europeo, venía atravesando un momento complicado en Estudiantes. Las críticas habían arreciado por su falta de gol, con apenas un tanto en los últimos 10 meses. Sin embargo, en la final ante Platense, el delantero apareció en el momento justo para anotar dos goles que le dieron la vuelta al marcador y la consagración a su equipo.
"Siempre confié en mí", aseguró Alario tras el partido, en una frase que resume su trayectoria. Porque el futbolista, que supo brillar en River y en el exterior, tuvo que atravesar momentos difíciles en los últimos años, con dificultades para adaptarse y una sequía goleadora que parecía interminable.
Pero Alario nunca bajó los brazos. "Hay que saber esperar y aportar de otro lado", explicó el delantero, quien reconoció que las críticas "golpean" pero lo "fortalecen" y lo hacen "ser más humilde y trabajar más".
Y ese trabajo incansable tuvo su recompensa en la final del Trofeo de Campeones. Alario, que en el pasado fue clave en los éxitos de River, volvió a ser el héroe de Estudiantes en un partido decisivo. Sus dos goles, uno de cabeza y otro con un toque sutil, le dieron la vuelta al marcador y le permitieron a su equipo quedarse con el trofeo.
"Hoy fue un premio por todo eso, por el trabajo", afirmó Alario, quien a sus 33 años volvió a demostrar que tiene mucho más para dar. Su resurgimiento en un momento clave le devuelve el protagonismo a un delantero que parecía olvidado, pero que sigue escribiendo su propia historia en el fútbol argentino.
