La piratería marítima ha experimentado un alarmante repunte a nivel global, con un incremento superior al 50% durante el primer semestre de 2025 en comparación al mismo periodo del año anterior. Lamentablemente, México no ha sido ajeno a esta tendencia, convirtiéndose en un blanco recurrente de estos ataques, especialmente en el Golfo de México.
Según un informe de Insight Crime, la región latinoamericana representa entre el 10% y el 15% de los incidentes de piratería registrados a nivel mundial. Dentro de esta zona, el Golfo de México se mantiene como una de las áreas más afectadas, junto al Caribe venezolano y colombiano, y la costa del Pacífico entre Ecuador y Perú.
Los ataques en aguas mexicanas se concentran principalmente en las cercanías de plataformas petroleras, donde grupos de piratas han establecido vínculos con cárteles de drogas como el Cártel de Sinaloa, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel del Golfo. Estas organizaciones delictivas extorsionan a comunidades pesqueras para obtener información estratégica sobre rutas y utilizan estas redes para traficar mercancías ilícitas.
La dinámica de la piratería en México se caracteriza por su rapidez y el uso de pequeñas embarcaciones. Los piratas interceptan buques cerca de la costa o incluso en los puertos, armados con machetes, cuchillos, palos y, en menor medida, armas de fuego. Su objetivo principal es robar combustible, motores, provisiones o pescado, evitando situaciones que escalen hasta el secuestro o la toma de rehenes.
Uno de los principales desafíos que enfrentan las autoridades es el subregistro de estos incidentes, ya que muchas víctimas temen la paralización de su actividad económica o el aumento en las tarifas de seguros. Además, los eventos suelen ser clasificados como "robos armados" debido a que ocurren en aguas territoriales mexicanas y no en mar abierto.
Según Brandon Prins, investigador de la Universidad de Tennessee-Knoxville, la corrupción institucional también potencia el problema de la piratería en México. "En los países donde la corrupción es mayor, hay más piratería. Probablemente hay contactos entre oficiales portuarios o incluso entre las fuerzas de seguridad con grupos piratas", explicó.
Ante este escenario, las autoridades mexicanas se enfrentan a un reto complejo: contener la expansión de la piratería marítima, garantizar la seguridad de las tripulaciones y combatir la infiltración del crimen organizado en las actividades costeras. La lucha contra este fenómeno requiere de una estrategia integral que aborde tanto los aspectos operativos como los factores subyacentes, como la corrupción y la falta de oportunidades económicas en las comunidades costeras.
