El autor reflexiona sobre cómo, para los niños, los abuelos y sus casas representan más que solo los "padres de los padres". Para su hija Julieta, el Perú no era un país, sino simplemente "la casa de los abuelos".
El texto evoca los recuerdos del autor sobre sus propios abuelos maternos y paternos, describiendo cómo cada uno de ellos dejó una huella imborrable en su infancia. Desde la abuela Esperanza, con su olor a "cosas antiguas", hasta el abuelo Eladio, que montaba bicicleta y contaba historias, todos formaron parte de la "cosmogonía" de su niñez.
El autor se pregunta cuánto tiempo más podrán sus hijas disfrutar de la compañía de sus abuelos, y cómo recordarán estos momentos en el futuro. Porque para los niños, los abuelos no son solo "los papás de tus papás", sino algo "material y misterioso", algo "superior y relevante": son la casa, el país y el lugar de la infancia.
Es una reflexión conmovedora sobre el papel fundamental que juegan los abuelos en la vida de los niños, trascendiendo el simple vínculo familiar para convertirse en pilares de su mundo emocional y sentimental.












