La Encuesta de Percepción Ciudadana 2025 de Cuenca Cómo Vamos revela una realidad compleja del sistema educativo de la ciudad. Los resultados muestran que el acceso y la valoración de la educación están cada vez más condicionados por la capacidad de pago de los hogares, mientras la educación privada gana peso tanto en los niveles básicos como en la educación superior.
En educación primaria y secundaria, el 51,8% de los estudiantes asiste a instituciones privadas, frente a un 48,2% que opta por planteles públicos. Aunque la diferencia es estrecha, el dato confirma una tendencia: la educación privada ya no es marginal, sino una opción dominante para muchas familias cuencanas.
Para Emily Riera, Coordinadora Nacional de las Comisiones de Desarrollo de las Ciudades Mundiales de Aprendizaje de la UNESCO en Ecuador, esta preferencia responde a factores estructurales, como la seguridad, la enseñanza de idiomas, la educación más personalizada y el seguimiento permanente al estudiante, elementos que el sistema público no siempre puede garantizar.
La brecha se acentúa al analizar los niveles de satisfacción. En la educación pública, la mayoría de los usuarios se ubica en la categoría de "Algo satisfecho", mientras que el porcentaje de personas "Muy satisfechas" alcanza su punto más alto en los estratos bajos (43,4%) y cae drásticamente en el nivel socioeconómico alto (23,1%). Esta relación inversa revela que los sectores con mayores recursos son también los más críticos con la educación pública.
Juan Urdiales, docente de educación pública, atribuye esta percepción a años de recortes presupuestarios, exceso de trámites administrativos y una persistente falta de inversión en infraestructura y tecnología. En contraste, la educación privada registra niveles de satisfacción muy altos y estables, con más del 55% de los usuarios declarándose "Muy satisfechos" en todos los estratos sociales.
A nivel nacional, los datos del Ministerio de Educación muestran que, pese a una tasa de matrícula cercana al 90%, aún existen más de 450.000 menores de entre tres y 17 años que no asisten a ninguna institución educativa, evidenciando que el acceso a la educación aún no es universal y que, en muchos casos, sigue siendo un privilegio.
En el nivel universitario, el panorama cambia parcialmente. De los hogares encuestados, el 32% tiene algún miembro estudiando educación superior, y en casi todos los sectores de la ciudad, más del 85% se declara "Algo" o "Muy satisfecho". Sin embargo, la segmentación vuelve a aparecer, con el 55,7% de los estudiantes en universidades privadas frente a un 44,3% en públicas.
Los expertos coinciden en que el principal reto del sistema educativo no es la calidad percibida, sino la cobertura y la equidad. Riera alerta sobre la urgencia de implementar sistemas de información y gestión educativa para contextos de emergencia, mientras que Urdiales advierte sobre la necesidad de fortalecer la educación pública, modernizar contenidos y reducir la deserción, para que sea una opción deseada y competitiva, y no una alternativa obligada por la falta de recursos.












