En el Día Internacional del Migrante, la realidad migratoria de Panamá se pone en el centro del debate. El país, históricamente forjado por la movilidad humana, ha sido epicentro de una de las mayores crisis migratorias de la región en los últimos años. Sin embargo, los datos revelan un cambio significativo en la dinámica.
Según Rafael Rodríguez, presidente de la Asociación de Residentes y Naturalizados de la República de Panamá (Arena), el flujo de migrantes que utilizaban a Panamá como puente hacia Estados Unidos se ha reducido drásticamente, disminuyendo entre un 95% y casi un 100% en comparación con años anteriores. Mientras que en 2023 cruzaron el Darién más de 500 mil personas y en 2024 unas 186 mil, para 2025 apenas se ha registrado el paso de alrededor de 2,300 migrantes.
Este cambio se debe, en gran medida, al endurecimiento de las políticas migratorias en Estados Unidos, lo que ha llevado a que muchos migrantes no logren ingresar a ese país y decidan retornar a sus países de origen. Rodríguez detalló que en lo que va del año, unas 13,200 personas en su mayoría venezolanos, ecuatorianos y colombianos han regresado con el apoyo del Servicio Nacional de Migración, a través de vuelos, rutas marítimas y coordinación regional.
La "migración inversa" ha representado un nuevo desafío para Panamá, que ha tenido que brindar orientación y acompañamiento a estos migrantes. Aunque la mayoría se encuentra regularizada, con carné migratorio y permiso de trabajo, integrados a la vida productiva del país, la asociación ha expresado preocupación por la detección de migrantes en situación de indigencia, presuntamente vinculados a problemas de drogadicción.
En este contexto, Rodríguez resaltó la necesidad de fortalecer políticas públicas integrales que protejan los derechos humanos, promuevan la integración y atiendan de forma oportuna los nuevos desafíos que plantea la movilidad humana en Panamá.
