La elección presidencial en Chile ha dado un giro inesperado, con el triunfo contundente del candidato de derecha, José Antonio Kast, sobre la izquierda representada por Jeannette Jara. Esta victoria ha generado gran interés a nivel internacional, no solo por el cambio político que representa, sino también por la forma en la que se ha desarrollado el proceso electoral.
Uno de los aspectos más destacados ha sido la rapidez y la transparencia con la que el Servicio Electoral chileno ha entregado los resultados, lo que ha generado admiración en todo el continente. Además, el gesto de Jeannette Jara al felicitar personalmente al candidato ganador ha sido visto como un ejemplo de convivencia política, algo que no es tan común en la región.
Pero sin duda, la imagen que ha dado la vuelta al mundo ha sido la llamada telefónica entre el presidente Gabriel Boric y el presidente electo José Antonio Kast. Lejos de ser un mero trámite protocolar, el diálogo entre ambos mandatarios estuvo marcado por la camaradería y el respeto, dejando de lado las diferencias políticas y anteponiéndose la institucionalidad de la Presidencia.
Este tipo de gestos, que pueden parecer pequeños detalles, son en realidad la expresión de una cultura política que Chile ha cultivado a lo largo de los años, a pesar de los momentos de tensión y de los quiebres institucionales que han marcado a otros países de la región. El respeto por las costumbres republicanas, la transición ordenada del poder y el reconocimiento del adversario como parte de la democracia, son elementos que han hecho de Chile un modelo a seguir en América Latina.
En un contexto regional convulsionado, la forma en la que Chile ha sabido mantener la estabilidad institucional y la gobernabilidad, incluso en momentos de profundos cambios políticos, es motivo de admiración y de envidia para muchos. Y es que, como bien señalan los expertos, defender estas prácticas no es defender a un gobierno o a una coalición, sino a una idea de país donde el poder es transitorio, las instituciones permanentes y la democracia algo más que un resultado electoral.
Ahora, con Kast al frente de la Presidencia, Chile se enfrenta a un nuevo desafío: mantener esa tradición democrática y republicana, a pesar de las diferencias ideológicas y políticas. La mirada del mundo estará puesta en el país, expectante por ver si esta cultura política se mantendrá incólume o si, por el contrario, sucumbirá ante las tentaciones del poder.
