En un hecho sin precedentes en la historia de Santa Marta, Colombia, los siete pueblos indígenas de la región -Arhuaco, Wiwa, Ette Ennaka/Chimila, Kankuamo, Kogui, Wayúu y Yuko- se han unido para conformar la "Mesa de la No Violencia", una iniciativa liderada por la Alcaldía Distrital y la Alta Consejería para la Sierra Nevada y Zona Rural, en conjunto con el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes.
Esta histórica reunión busca promover la paz y la resolución pacífica de conflictos entre las comunidades indígenas, que han enfrentado diversos desafíos a lo largo de los años, incluyendo la presencia de grupos armados ilegales, la explotación de recursos naturales y las tensiones territoriales.
"Es la primera vez en la historia que logramos sentar a todos los pueblos indígenas de Santa Marta en una misma mesa para dialogar y buscar soluciones conjuntas a sus problemáticas", explicó Carlos Pinedo Cuello, alcalde de la ciudad.
La Mesa de la No Violencia se ha convertido en un espacio de diálogo y concertación, donde los líderes indígenas pueden exponer sus preocupaciones, compartir experiencias y trabajar de manera colaborativa en la construcción de una hoja de ruta para la paz y el desarrollo sostenible de sus comunidades.
"Hemos sufrido mucha violencia y división a lo largo de los años, pero ahora tenemos la oportunidad de unirnos y encontrar soluciones que beneficien a todos", afirmó Marta Izquierdo, representante del pueblo Wiwa.
Uno de los principales objetivos de la Mesa de la No Violencia es fortalecer la gobernanza indígena, promoviendo el respeto a la autonomía y los derechos de estos pueblos. Además, se busca impulsar proyectos de desarrollo comunitario, preservación cultural y protección del medio ambiente.
"Esta iniciativa es un paso fundamental para avanzar hacia la reconciliación y la construcción de una paz duradera en la región", destacó Julián Gutiérrez, viceministro de las Culturas, las Artes y los Saberes.
La instalación de la Mesa de la No Violencia ha sido recibida con entusiasmo por las comunidades indígenas y las autoridades locales y nacionales, quienes ven en ella una oportunidad única para consolidar la paz y el desarrollo en la Sierra Nevada de Santa Marta.











