La atmósfera que hoy nos envuelve es el resultado de una historia larga, turbulenta y violenta. Nuestro planeta no siempre tuvo este aire respirable y azul cielo. De hecho, la atmósfera actual es el legado de un pasado marcado por el fuego volcánico, la radiación solar y el trabajo silencioso de microorganismos.
En sus inicios, la Tierra carecía de una atmósfera protectora. Era un mundo joven, hostil, dominado por el caos interno y el impacto constante de meteoritos. Su primera atmósfera, una fina capa de hidrógeno y helio, se disipó rápidamente. Fue entonces cuando el planeta comenzó a construir una nueva atmósfera a partir de su interior.
Los volcanes actuaron como válvulas de escape, liberando gases del manto fundido hacia la superficie. Sin embargo, esta segunda atmósfera era tóxica, compuesta principalmente de dióxido de carbono, vapor de agua, nitrógeno y compuestos de azufre. Un ambiente hostil y completamente desprovisto de oxígeno.
Fue hace unos 3,5 billones de años que la historia del aire dio un giro inesperado. Las cianobacterias, organismos microscópicos capaces de realizar fotosíntesis, comenzaron a liberar oxígeno como subproducto. Pero al principio, este oxígeno no hizo ninguna diferencia, pues fue rápidamente absorbido por el hierro disuelto en los océanos y las rocas de la superficie.
Sin embargo, las cianobacterias persistieron, liberando oxígeno de forma implacable. Hasta que, poco a poco, saturaron los reservorios químicos del planeta. Fue entonces, hace aproximadamente 2,4 billones de años, cuando ocurrió el Gran Evento de Oxidación, y el oxígeno comenzó a acumularse de forma constante en la atmósfera.
Este oxígeno, que hoy es esencial para la vida, era entonces un peligroso contaminante. Pero también abrió las puertas a nuevas posibilidades. Permitió la formación de la capa de ozono, que comenzó a filtrar la radiación ultravioleta, y propició el surgimiento de vida compleja.
Así, la atmósfera actual, compuesta principalmente de nitrógeno y oxígeno, es el legado directo de ese pasado turbulento. Cada respiración que damos hoy es el resultado de un proceso que se remonta a miles de millones de años, cuando el fuego volcánico y los microorganismos transformaron un planeta hostil en uno habitable.










