La Navidad es una época de gran deleite y sorpresa, donde celebramos el nacimiento de Jesús, el Salvador que trae el Reino de Dios a la Tierra. Víctor Corcoba Herrero, en un bello texto, nos invita a abrir nuestro corazón a la luz y a la divinidad que nos acompaña, a acoger la sagrada venida del Verbo hecho carne y a experimentar la serenidad y el alborozo que solo Él puede otorgarnos.
Corcoba inicia su reflexión con una poderosa imagen: "El deleite es grande y la sorpresa mayor: Todo procede de las entrañas, de la satisfacción del anuncio de que nos ha nacido un Salvador, del regocijo que vierten las palabras del Ángel a María en la Anunciación, o el mismo salto de júbilo del niño Juan en el vientre de su madre, con la dicha de que venga a visitarle la Madre de su Señor." Efectivamente, el nacimiento de Jesús marca el comienzo del Reino de Dios y despierta en nosotros capacidades que van más allá de lo material, llenándonos de una perenne juventud.
El autor nos invita a "abrir el corazón a la luz" y "apartar las mil sombras" para descubrir en nuestro ser "la expresión de la divinidad" que nos acompaña por amor. Debemos acoger la sagrada venida del Verbo, apoyar su real liberación y alcanzar su justa estrella, pues "el Verbo se hizo carne" y ahora habita entre nosotros.
La pasión de Cristo "nos anida el alma, nos renueva el valor del día, y nos recupera con el sueño, de un rescate imperecedero, que nos lleva al puro inicio." Corcoba resalta que la verdadera complacencia está supeditada a la relación con Dios, que nos embellece con la placidez de la verdad y el disfrute de las buenas obras. Quien ha advertido a Cristo en su propia savia "se renace" y experimenta "una serenidad y un alborozo, que nadie nos puede sustraer."
Todo se asienta en la fidelidad al Libertador, en la certeza de sus palabras y en la solidez de sus caminos, que nos transfieren el ánimo. La euforia es "una evidencia, la confirmación de un hecho, fusionado de ternura virgen, y con el asombro de un don de Dios, que nos sobrecoge." Que nuestra Madre del cielo nos viva y nos reviva en paz, con ese dulce calor de hogar, para entonar un canto nuevo.
Corcoba concluye invitándonos a abrir los ojos, a tener valentía y a no temer, porque "el Niño que nos nace, halla su razón en acogernos." La Navidad es, en efecto, la euforia y el asombro de un Dios que se hace carne para estar con nosotros y llevarnos a la plenitud.
