Desde la aprobación de la reforma fiscal impulsada por el presidente Donald Trump en el verano de 2025, las principales empresas estadounidenses han logrado reducir de manera significativa sus pagos de impuestos, aprovechando una serie de exenciones y deducciones incluidas en la nueva normativa.
Estos ahorros en efectivo ya han comenzado a repercutir en el presupuesto federal, con una caída de aproximadamente un tercio en los ingresos procedentes del impuesto corporativo entre julio y noviembre de ese año en comparación con el mismo periodo del año anterior.
Si bien la tasa del impuesto a las empresas se mantuvo en 21%, la nueva ley permitió a las compañías deducir el monto total de sus inversiones y proyectos de investigación en un solo año, en lugar de amortizarlos gradualmente. Esto ha generado un "boom de devoluciones" que los republicanos esperan se traduzca en una mejor percepción pública sobre la economía.
Expertos señalan que estas disposiciones, si bien podrían fomentar la inversión y la innovación, también han sido criticadas por beneficiar principalmente a las grandes corporaciones y reducir aún más su carga fiscal. Algunos grupos empresariales han presionado al Departamento del Tesoro para que permita mayores deducciones, mientras que los demócratas han pedido al secretario del Tesoro que no modifique el código tributario a favor de estas empresas multimillonarias.
A pesar de los ahorros fiscales, otras políticas del gobierno de Trump, como los aranceles amplios y los recortes al gasto federal en investigación académica, han contrarrestado en parte los efectos positivos de las exenciones. Además, un nuevo impuesto mínimo corporativo establecido bajo la administración de Joe Biden podría reducir el impacto de estas medidas en algunas de las mayores empresas.










