Un reciente estudio realizado por investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington ha descubierto que el análisis de los patrones de conducción de las personas podría servir como un indicador temprano de deterioro cognitivo leve, una fase que puede preceder al Alzheimer y otras demencias.
El estudio, publicado en la revista Neurology, utilizó dispositivos GPS instalados en los coches de 298 participantes con una edad promedio de 75 años, de los cuales 56 tenían un diagnóstico de deterioro cognitivo leve. Al analizar los datos recopilados, los investigadores encontraron que las personas con deterioro cognitivo tendían a reducir la frecuencia de sus trayectos, evitar conducir de noche y aferrarse a rutas conocidas.
Gracias a estos patrones de conducción, el equipo pudo predecir con un 82% de precisión qué personas desarrollaban deterioro cognitivo. Al agregar factores como la edad, los resultados de pruebas cognitivas y la predisposición genética, la precisión aumentaba hasta un 87%. En contraste, si se excluían los datos de conducción, la capacidad predictiva caía al 76%.
"Este hallazgo abre la puerta a una nueva forma de vigilancia discreta y temprana del deterioro cognitivo", explica el autor principal del estudio. "No se trata de quitar el carné a nadie antes de tiempo, sino de ofrecer pistas valiosas para intervenir cuando aún hay margen de maniobra".
El deterioro cognitivo leve no es la única señal a tener en cuenta cuando se habla de salud cerebral. A medida que envejecemos, es normal experimentar ciertos cambios en la memoria o la atención. Sin embargo, hay signos que van más allá del simple despiste ocasional, como dificultades para planificar tareas cotidianas, desorientación en lugares conocidos o cambios de humor sin motivo aparente.
La edad es el principal factor de riesgo para el desarrollo de demencias. A partir de los 65 años, el riesgo de desarrollar Alzheimer se duplica aproximadamente cada cinco años. Este vínculo entre envejecimiento y deterioro cognitivo hace que la detección precoz no sea solo una cuestión médica, sino también un reto social que afecta a la autonomía y seguridad de las personas mayores.
Herramientas como el análisis de la conducción podrían convertirse en aliados discretos y eficaces para identificar estos cambios a tiempo. No se trata de quitar el carné a nadie antes de tiempo, sino de ofrecer pistas valiosas para intervenir cuando aún hay margen de maniobra y mejorar la calidad de vida de las personas mayores.
